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El Telégrafo
Duglas Rangel Donoso

El suicidio del inmortal

24 de abril de 2019

Me ha convertido en piedra el suicidio de Alan. De impacto. Es como si el cuchillo que te apuñala por la espalda te informe que se acabaron las deudas y quiere reconciliarse contigo mientras ves pasar el cadáver de Alan, elegante y despojado de palabras.

¡Se suicidó Alan! Recordándonos que fue dos veces presidente y toda una trayectoria política en medio de mentiras y verdades. Lindo gesto de burlarse de todos nosotros: pegándose un tiro justo en la cabeza. Perdió la cabeza y perdió la vida. Alan, único. Terrible. Perfecto. Ni chueco ni en recovecos: sin dar vueltas. De no dar pie atrás. La vida no es sagrada, ni larga ni conforme.

La vida es rara: nos da tantas formas para escapar de este valle de lágrimas. Estoy por elevarlo a los altares a Alan. Lo declaro Buda: por hacer lo que tiene que hacer sin importarle los demás. Alan fue y se fue. Me incomodaba su estatura: alto el hombre. ¿Murió grande? Estoy mirando su cuerpo muerto y escucho su respuesta: “¿Para qué vivir más?”.

Alan, el bueno; Alan, el malo. Dijo: “Váyanse al diablo todos. Yo soy mío y decido por mí”. Te comprendo, Alan. Sin miedo. Sin vueltas. Un tiro y ya. Me has dejado con los ojos mirando hacia dentro y tú muriendo con los tuyos abiertos y sacando la lengua a todos.

Admiro tu irreverencia al final de tu vida. ¡Que nadie toque su cadáver, que nadie lo toque! Hasta que las tres Moiras, Átropos, Cloto y Láquesis, corten todo lo que venía para él.

Alan García, genio y figura hasta la sepultura. Cuando fue presidente por primera vez, Perú lloró la tragedia de su gobierno, después siguió el llanto en las idas y venidas de su liderazgo político.

Al final, antes de que el llanto lo toque de nuevo con la gran vaina de Odebrecht, hace llorar a todo Perú con su muerte. Nadie puede ser indiferente ante el balazo de Alan. Nunca dejó la notoriedad y el show lo llevó a la tumba. Alan, el inmortal.

Los muertos olvidan, los muertos no sienten, hay algunos muertos que pesan. La muerte también es un juego político. (O)

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