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El Telégrafo

Ahora sí... A tener casa propia

21 de abril de 2011

En el pasado era fácil adquirir un préstamo hipotecario con el IESS hasta por 30 años a tasas asequibles. Con la banca privada era un poco más complejo; esta otorgaba cédulas hipotecarias que se negociaban en el mercado con una tasa de descuento que incrementaba el costo de los créditos debido a que no tenía la misma capacidad de financiación que el IESS, cuyo fondeo sí era de largo plazo.

Con mayor o menor ventaja teníamos créditos hipotecarios, pero al llegar la crisis con la devaluación del sucre, no pudimos acceder fácilmente  a ninguno de los dos, lo cual generó un déficit de vivienda que hoy asciende a un millón y medio de unidades habitacionales, según el Ministerio del ramo, y que sigue existiendo, a pesar de que la dolarización ha permitido que la capacidad de financiamiento se haya venido restableciendo paulatinamente.

Con la dolarización, el IESS comenzó a retomar los créditos con poco éxito debido a las barreras políticas que se habían enquistado en la institución. El contar con un banco del IESS siempre fue un anhelo de sus afiliados quienes, además de créditos, querían que se despolitizara el manejo de los fondos y se diera un manejo técnico a sus inversiones y créditos.

Así nace el Biess,  con un 85% de su portafolio orientado a inversión productiva y con un 15% orientado a crédito. Al tener un portafolio de largo plazo, el Biess queda en una posición ventajosa frente a la banca privada, que desde algunos sectores ha expresado de forma ligera que esto genera una competencia desleal. Para apoyar esta posición han manifestado que el Biess ha generado una burbuja inmobiliaria y un riesgo de crisis financiera como la que acaba de ocurrir en el mundo. Ello carece de sustento técnico y de responsabilidad porque afirmarlo es decir que los activos financiados están sobrevalorados y que al momento del otorgamiento del crédito no cubren el valor de los mismos.

La burbuja americana se dio porque los terrenos llegaron a valer hasta el 50% del costo de los inmuebles y porque muchas operaciones de crédito se hacían con interés especulativo, ninguna de las dos cosas sucede en Ecuador, y en especial porque el 85% de los créditos hipotecarios otorgados es para primera vivienda del afiliado.

En resumen, hoy el afiliado ve materializado el beneficio de sus aportes en la posibilidad de adquirir casa y mucha gente querrá afiliarse buscando un crédito hipotecario; disminuirá el déficit de vivienda y la banca privada tendrá que reinventarse y especializarse para ser competitiva.

¡Ahora sí, a tener casa propia!

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