Vivimos en la fase avanzada de la globalización capitalista, por lo tanto, todos los acontecimientos humanos se explican a partir de esa realidad o causa primera. La globalización es un sistema en el que casi todas las sociedades son interdependientes y se mueven guiadas por el valor del mercado. Hoy, el poder está fundamentalmente relacionado con el comercio de tecnologías, medicinas, estupefacientes y seres humanos, considerados como cuerpos, almas o consumidores. Las grandes potencias y corporaciones están inmersas en guerras comerciales relacionadas con el control de esas mercancías, fueren legales o ilegales.
Noticia central de esta semana ha sido la vuelta al poder del grupo de los talibanes en Afganistán. Los talibanes son un grupo armado sunita, que buscan imponer una variante de la religión musulmana, basada en los principios de la ley islámica. Estos principios, en comparación con el mundo occidental, restringe libertades de movilidad y expresión, sobre todo de las mujeres e impone la pena de muerte. Pareciera que ese es el principal problema, pero en realidad habría otros asuntos de fondo que se juegan en Afganistán.
Afganistán es el principal país productor y “exportador ilegal” del mundo, de la llamada “adormidera”, planta calificada como ilícita y usada para fabricar la droga de opio y la heroína. Este caso es comparable con el caso andino, zona única en la producción de coca, planta ancestral que el capitalismo ha convertido en materia prima para producir estupefacientes ilegales, que dañan la vida humana. Por otra parte, Afganistán es paso de la ruta de la seda, al ser un país limítrofe con China y además tiene reservas de gas.
El mundo parece sorprendido de que EE.UU. haya retirado sus tropas instaladas desde 2001, mostrándose virtualmente derrotado. Es posible, pero la retirada de las tropas pudiera revelar más bien, el acuerdo entre potencias -en un plano-, para repartirse el control de oriente y occidente con fines económicos. Los talibanes serán muy poderosos en Afganistán, puesto que infunden terror. Pero algo es cierto, cuando se usa la violencia para gobernar es porque el poder dominante está políticamente débil. Sin lugar a dudas el rol económico de Afganistán en la globalización, es el que al final está determinando los acontecimientos recientes de ese país, y seguro alguien asumirá el rol de neutralizarlos.