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El Telégrafo

Adulto mayor y trabajo

06 de enero de 2013

En Ecuador el adulto mayor es la persona con sesenta y cinco o más años. Ya no se utiliza el viejo concepto francés de “tercera edad”, porque se la equiparaba a la primera como “improductiva”, dejando solo a la segunda como “útil”. En sociedades capitalistas como las nuestras el trabajo ha estado asociado por un lado al desempleo y por otro a la explotación.

Pero el trabajo, con un salario razonable, es un derecho, y las ventajas logradas para los adultos no deben confundirse con su derecho a continuar trabajando.

El trabajo proviene de la herencia animal de la vida de relación con el medio y con los otros, como componente neurológico, muscular y esquelético. Los animales generaron extremidades que les permitieron nutrirse individualmente y procrearse manteniendo la especie. En los humanos la alimentación y procreación sirve para la vida de relación o fuerza de trabajo y permite fabricar instrumentos para las necesidades objetivas y procedimientos mentales para la creación y producción. La evolución, con la posición bípeda, estableció el lenguaje y las nuevas relaciones complejas de la subjetividad con las características culturales de etnias y nacionalidades que provocaron nuevas leyes, esta vez sociales.

La mano y el cerebro, como símbolos del trabajo colectivo, esencia humana, produjeron el mundo subjetivo de la cultura: los usos y costumbres, conocimientos, creencias, creaciones, interpretaciones, relaciones de dominio y subyugación del hacer, pensar, sentir, querer y crear. Las nacionalidades dominantes para el efecto organizaron el Estado. Así se estableció el dominio de lo social que a la postre determina al grupo y al individuo. En pocos meses de vida un recién nacido asimila la historia de su cultura y de la humanidad entera, y con el juego, el deporte y otros ejercicios se prepara para el trabajo.

El adulto mayor nunca debe dejar de trabajar. La jubilación es el reconocimiento, con una pensión, por el trabajo cumplido por años; pero debe continuar en actividad, siempre. Si el trabajo significa hacer lo que le venga en gana, sin depender de horarios, hacerlo de manera honorífica o mejor aún con remuneración, es realmente un privilegio, pero nadie debe “descansar” sino las horas recomendadas, y jamás pensar que es mejor “no hacer nada”.

Hay dos peligros de los que el adulto mayor debe cuidarse: quedarse solo sin ningún colectivo, y llevar una vida sedentaria. Ésta es absolutamente inconveniente y está cargada de riesgos.

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