Estas reflexiones esperan contribuir al fortalecimiento del poder colectivo de los adultos mayores para el reclamo de sus derechos. Uno de ellos es la satisfacción de la necesidad humana de la alimentación y nutrición, instinto básico de conservación individual de la herencia animal, que se inicia con el amamantamiento de la madre, pero que luego toma en los humanos las características culturales de la comunidad.
Necesidad humana finalmente determinada por la estructura socioeconómica de la producción, distribución y mercadeo de los alimentos. Su disfrute permite que el cuerpo humano se desarrolle y reproduzca la capacidad neuromuscular para el trabajo cotidiano.
El primer problema que enfrentan los adultos mayores para la alimentación y la nutrición es la falta de disponibilidad económica para satisfacerla, pues no todos tienen una pensión. Esta apenas cubre a un 20% de ellos. Hoy el país ha logrado, con el bono de desarrollo humano, que del 80% restante, es decir unas 800.000 personas, por lo menos unas 600.000 reciban el mismo. Pero aún quedan las 200.000 restantes que difícilmente podrán ser atendidas, porque seguramente viven solas, pues en la actualidad los familiares tienen que trabajar y las abandonan.
Desde luego existen instituciones benéficas en algunas ciudades que albergan a muchos adultos mayores, o por lo menos los proveen de alimentos. Pero no se trata de vivir de la caridad ni de aislarlos en reclusorios, por buenos que sean, sino de pasar de la caridad al derecho y permitir que se integren de manera sana a sus familias, a la comunidad y a la sociedad.
El primer reto es luchar colectivamente por la equidad, pues no es solo un problema de disponibilidad de alimentos, sino de su preparación y de la atención odontológica adecuada para aprovecharlos. Eso si no existen problemas nutricionales provocados por el mercado, que han llevado al consumo excesivo de azúcares que provocan la diabetes o al de grasas que llevan a la arterioesclerosis, la hipertensión y el riesgo de infartos.
Las dificultades individuales son fruto de estilos de vida poco saludables debido a procesos deficitarios o de riesgo, y de modos de vida limitantes en áreas urbanas o rurales, pero sobre todo son problemas sociales establecidos por las diferencias injustas, aunque evitables, frente a las cuales el Estado tiene que jugar su rol para atenderlos con equidad y justicia.