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El Telégrafo

Adria Santana, in memóriam

22 de octubre de 2011

Qué difícil hablar en pasado de alguien como Adria Santana, actriz cubana de teatro, cine y televisión, fallecida el 29 de septiembre. Nada pudo  detener su pasión por la vida, que en ella se identificaba con el  teatro. La conocimos en Guayaquil en uno de los primeros festivales del teatro de Manta, creados y mantenidos por la tenacidad de su director Nixon García. Llegó con una obra de la autoría del  gran dramaturgo isleño Abelardo Estorino, Premio Nacional de Literatura en un país donde esos reconocimientos se dan con rigurosidad; y trajo el monólogo de ese autor “Las penas saben nadar”, con un éxito impresionante de público y crítica. Más tarde llevó esa presentación a varios países habiendo obtenido el Lauro de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York en 1997 y el Premio a la Mejor Actuación Femenina en el Festival Internacional del Monólogo de Miami en  2001. Igual sucedió con otro monólogo, “Medea” -del mismo autor-, presentado con gran éxito en el Festival de Teatro de Sao Paulo.

Su esposo estadounidense  Pablo Menéndez   es un destacado músico, igual que su hijo Osamu. Adria triunfó en el cine en películas como “Casa vieja”, “Brainstorm”, “Fábula” y en  documentales. El público cubano se familiarizó con ella por su participación en exitosas telenovelas, como “El año que viene”, “Doble juego” y “Añorado encuentro”.  Su enorme talento, manifestado desde su graduación en 1966 en el Instituto Superior de Arte, está unido a grandes obras de teatro: “Santa Camila de La Habana Vieja”, “Vagos rumores”, “Contigo pan y cebolla”, esta de Héctor Quintero, otro grande de las tablas cubanas, a quien despedimos hace poco.

Más allá de sus virtudes artísticas, su fuerte personalidad se expresó en todos los acontecimientos de su vida. En su lucha de 20 años contra la enfermedad, en su reciedumbre para realizar hasta el final  las cosas de su diario vivir.

Tuvo una feliz unión familiar, complementada con la llegada de los nietos. A  los muchos amigos que la quisieron y acompañaron siempre, su esposo Pablo dedica en su carta un emocionado agradecimiento, que es también una declaración de su amor por Adria.

Ella, junto a Paula Alí, Héctor Quintero, Abelardo Estorino, Andrés Mari -nuestro recordado “italiano”-, con quienes compartimos vivencias aquí  y en Cuba,  son parte de nuestros mejores recuerdos de una Habana que ya no será la misma con tan dolorosas ausencias. Agradecemos a la vida por la oportunidad de haberlos conocido y por su amistad sin tiempo.

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