El lograr acuerdos estratégicos, perdurables, que trasciendan varios gobiernos y que se constituyan en política de Estado es, indudablemente un propósito plausible. Si estos se refieren a temas como educación, trabajo, seguridad social, seguridad ciudadana, institucionalidad, no violencia y adicciones, debería entenderse que el pueblo apoyaría esta iniciativa. No obstante, la posibilidad de que sean bien recibidos depende, en gran medida de la credibilidad del gobierno y, dicha credibilidad , sin duda, se ve afectada por las inconsistencias que ha mostrado el poder Ejecutivo.
Evidentemente ha sido notable el que el presidente Moreno no haya encubierto las trapacerías del correato y que haya promovido una consulta popular que permitió allanar el camino para la re-institucionalización del país; sin embargo, no hay que olvidar que Moreno tiene el inri de haber sido, por varios años, vicepresidente de Rafael Correa y en todo ese tiempo no fue capaz de darse cuenta del latrocinio, de la egomanía y del autoritarismo concurrentes con la égida del ahora prófugo expresidente.
Otorgándole al presidente Moreno el beneficio de la duda de que, en efecto, nada conocía de los monstruosos deslices del gobierno anterior, deberíamos creer en estas propuestas loables, de acuerdos, que podrían iniciar un sendero de bienestar y desarrollo. El que los acuerdos sean concretados y que se proyecten en el tiempo dependerá de que el diálogo que se plantea sea genuino. Que los interlocutores sean apreciados como aportantes de ideas válidas y que no se incurra en la deplorable práctica del gobierno anterior de convocar a diálogos cuando, de antemano, se sabía que la única postura válida era la del gobierno.
En este escenario temporal de los “acuerdos”, cae pésimo que el gobierno cometa la barbaridad de expedir un acuerdo entre los ministerios de salud y trabajo recortando el ya exiguo estipendio que se da a los internos rotativos de las carreras de medicina, enfermería, obstetricia y nutrición. Regresión de derechos que constituye una grosera violación constitucional, maltrato a los internos y maltrato a la salud. Hace una semana escribí que creía que pronto se rectificaría la barbaridad. Me equivoqué. El gobierno de los acuerdos y los diálogos sigue insensible y habrá que luchar con denuedo para que prime la razón y la justicia. (O)