Bajo el grito de batalla -¡Actúa ahora!- se marcó en el presente año el Día Mundial contra la Trata de Personas. La campaña liderada por las Naciones Unidas nos hace recordar que debemos seguir en la lucha por las víctimas. Es simplemente un imperativo moral. La gran mayoría de ellas -el 79% son mujeres y niños- nunca son identificadas y no reciben la protección y la asistencia a la que tienen derecho.
La magnitud del problema desafía a la mente. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay 21 millones de víctimas del trabajo forzado a nivel mundial, incluyendo a las víctimas de la trata de personas para explotación laboral y sexual. La trata es en su esencia la explotación de vulnerabilidad, -sea por pobreza, desempleo, desigualdad, exclusión social, inseguridad, conflictos armados, violencia sexual, discriminación por motivos de género o -como hemos visto recientemente en Ecuador- desastres naturales.
Hoy los traficantes están aprovechando cada vez más los crecientes flujos de refugiados y de migrantes en el mundo, como lo evidencia el último Informe Mundial sobre la Trata de Personas (2016). De hecho, los flujos en gran medida coinciden.
La tragedia de cada hombre, mujer, niño o niña traficado es una llamada a la batalla, y la Comunidad Internacional está escuchándola. En el contexto de la Asamblea General de las Naciones Unidas (septiembre) en Nueva York, los 193 Estados miembros se pusieron cita para evaluar el campo de acción actual, aprovechar las lecciones aprendidas y proponerse metas hacia el futuro.
En particular evaluaron el Plan de Acción Mundial y sus cuatro pilares que datan de 2010: (i) prevención, (ii) protección y asistencia para las víctimas, (iii) enjuiciamiento de los delitos y (iv) refuerzo de las alianzas contra la trata de personas. Una mirada fresca es necesaria para enfrentar los nuevos desafíos, como por ejemplo el delito cibernético grooming, con renovada eficiencia.
Sin lugar a duda han señalado muchos avances, sin embargo, solo devolveremos la vida y la esperanza a las víctimas mediante más y mejor sensibilización y comprensión del problema, más y mejor cooperación y colaboración a nivel nacional, regional e internacional, y más y mejor protección y asistencia a ellas. La lucha comienza aquí. ¡Actúa ahora! (O)