El problema de la desnutrición en el Ecuador es grave y nos ha perseguido por siglos. Su origen parte con la conquista que destruyó el modo de producción andino, que con sus tres principios aseguraba alimentos para las poblaciones: obtención de alimentos por niveles ecológicos, la reciprocidad cooperativa y la redistribución por necesidades. La desnutrición, además, se incrementa como resultado de la pobreza y la inequidad del sistema económico actual.
La desnutrición no es un problema de salud por sí mismo, pero los desnutridos presentan problemas de salud complejos que pueden llevarles incluso a la muerte, lo que demanda intervenciones enérgicas.
Desde los ministerios del sector social: MSO, MIES, Mineduc, Magap y Miduvi, al fin por decisión política de un gobierno, se está realizando una campaña integral encaminada a la mejora de la situación de salud y nutrición de la población ecuatoriana, con énfasis en la población tradicionalmente más afectada: los niños/as menores de 5 años. El programa se denomina “Acción nutrición, hacia la desnutrición cero”.
De una prevalencia de 35% de desnutrición en el país, desde 2009 que se inició este programa, se ha reducido la cifra a 22%. Es verdad que aún quedan sitios en donde el problema rodea incluso el 60%, pero justamente en estas áreas se ha puesto mayor énfasis. Las provincias intervenidas son: Chimborazo, Bolívar, Cotopaxi, Cañar, Tungurahua, Imbabura, Manabí y sectores de Pichincha.
Aunque la clasificación entre urbano y rural es artificiosa desde el punto de vista de la estructura socioeconómica, porque no identifica el origen de las desigualdades entre las dos zonas, es muy decidor que la desnutrición afecte más al área rural y a los pueblos indígenas. Muchos de los casos de desnutrición presentan adicionalmente anemia, por déficit en el consumo de hierro, llegando al 60% en menores de 2 años y 44% en mujeres entre 15 y 49 años.
Este panorama originó el programa “Acción nutrición” que contempla brindar servicios básicos de agua, soluciones habitacionales, acceso a servicios de salud, educación para consumo de alimentos tradicionales, cambio en la mentalidad alimenticia “comercial”, alfabetización, promoción de huertos familiares y comunitarios, bono de desarrollo y programa de suplementación alimenticia en los desayunos escolares.
El problema de la desnutrición siempre fue visto de forma aislada, tal vez por eso no se la pudo combatir eficazmente. Confiemos que con esta nueva visión integral y acertada lleguemos a derrotar la pobreza, la inequidad, la desnutrición y la anemia.