Con el país enfrentando la mayor crisis desde el retorno a la democracia, las últimas semanas se ha hablado mucho de la respuesta de los grupos económicos y políticos frente a la crisis que vivimos. De lo que no se ha reflexionado en similar magnitud, es sobre la reacción de la academia. Sobre ello, comparto algunas reflexiones.
Los investigadores en universidades tienen tres principales propósitos: Educación, investigación y transferencia de conocimiento.
Sobre este último punto, la academia está jugando un rol importante. Los investigadores de varias disciplinas se han volcado a difundir información de todo tipo, permitiendo así proveer datos hacia la sociedad, la cual empieza a reflexionar sobre el valor de la ciencia local.
Esta semana se ha dado un paso más: fruto del trabajo de varios académicos, el Ministerio de Salud Pública generó el reglamento que permitirá a los investigadores del país realizar estudios sobre covid-19.
Esto permitirá agilizar análisis de toda índole, desde modelos sobre el crecimiento de la curva de contagios (considerando que los datos oficiales han sido ampliamente cuestionados), hasta estudios basados en datos médicos de pacientes infectados, manteniendo la confidencialidad de los datos personales.
Sin duda, estas investigaciones ayudarán a enriquecer el debate sobre la crisis que vivimos, ayudando a encontrar el norte que tanto requerimos como país.
Pero la transferencia de conocimiento no ha quedado únicamente en este ámbito. Como resultado de la necesidad social de tecnología para enfrentar el problema, desde por ejemplo visores de protección para los médicos, hasta sistemas de ventilación mecánica para asistir a los enfermos, la academia ecuatoriana ha mostrado su capacidad de invención.
Que importante se vuelve entonces entender que la academia no solamente tiene capacidad de generar información, sino también de transformarla en invenciones. Así entonces, si ahora y a futuro entendemos que esa capacidad inventiva se puede mezclar con colaboraciones industriales para la comercialización, generamos esa famosa palabra llamada innovación. Innovar en lo tecnológico no es más que generar invenciones comercializables.
Si en esta crisis, la nueva clase política, que tanto necesita el país, entiende sobre la importancia de la academia para el desarrollo, habrá un camino a seguir a futuro post crisis sanitaria. (O)