El embarazo adolescente en el Ecuador constituye un verdadero problema de salud pública, pues de acuerdo con el Censo de 2010 se incrementó en un 74%, uno de los índices más altos de la región. Como imaginamos, a consecuencia de esto, las madres adolescentes afectan catastróficamente sus proyectos de vida, se mantienen en situación de pobreza, retardan su escolarización y acceso al mundo laboral. Esta situación se debe fundamentalmente a una profunda carencia de información y educación sexual, es decir, en el fondo, a la mojigatería de las oscuras mentalidades ultraconservadoras que dirigieron los destinos del país.
En 2011 se creó la Estrategia Nacional Intersectorial de Prevención de Embarazo Adolescente y de Planificación Familiar (Enipla), como una política pública para contrarrestar esta problemática. Se emprendieron diversas acciones como educación sexual y planificación familiar, acceso a métodos anticonceptivos, campañas exitosas como ‘Habla serio, sexualidad sin misterios’, entre otros. Los resultados aún no fueron los esperados, es cierto, pero esto se debe a cambios constantes de funcionarios, a obstruccionismos desde otras instancias, y a las dificultades propias de la coordinación intersectorial de los Ministerios de Salud, de Educación, de Desarrollo Social, de Inclusión.
En días pasados, mediante un decreto se traspasó toda la estrategia a manos de una asesoría presidencial para que la gestione íntegramente. Aquí los expertos en políticas públicas podrán dar sus opiniones sobre la eficacia de semejante acción. Pero lo verdaderamente preocupante es que se han difundido en las redes documentos oficiales en los que la nueva funcionaria encargada de la Enipla cuestiona el enfoque con el cual se pretendió contrarrestar el embarazo adolescente. Según su visión, y la de una consultora que realizó un estudio bajo su pedido, trasluce claramente su preferencia por los métodos de abstinencia sexual en los adolescentes; además en su opinión el género constituye una “ideología propia del feminismo radical”; la estrategia contenía “información sesgada sobre métodos anticonceptivos”; cuestiona que en los materiales didácticos “se menciona frontalmente que la homosexualidad es algo natural”.
Carezco de espacio en esta columna para analizar las afirmaciones de esta asesoría, en varios de mis artículos he abordado el tema del feminismo y el género como enfoques académicos, prueba de ello es que se estudian en todas las universidades del mundo; además, está comprobado que la promoción de la abstinencia como política pública constituye, por decir lo menos, un anacronismo científico, social y político. Pero justo con lo que se puede contrarrestarse esta lamentable situación, es porque ventajosamente si quedan aún en el Gobierno y fuera de él, cuadros muy capacitados y formados con maestrías y doctorados en salud sexual y reproductiva y en género, que podrían asesorar profesionalmente en esta área específica al Gobierno Nacional.