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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

¡Abogados al paredón!

11 de noviembre de 2019

La Justicia puede desaparecer por culpa de los líderes de opinión que condenan a los abogados que defienden derechos. Leo cómo estos dictadores, disfrazados de eruditos, vilipendian a quienes defienden una causa, visibilizándolos para dañarlos. ¿Ambicionamos Justicia? Entonces sigamos a rajatabla estas reglas:

Regla 1: una persona no es corrupta, ni asesina, ni depredadora sexual, ni mafiosa, ni terrorista, porque usted lo diga o porque sus ídolos de barro así lo sostengan. Una persona es todo aquello cuando con pruebas, en un juicio justo, así se lo demuestra y declara.

Regla 2: el debido proceso no es una garantía construida para delincuentes. Es una garantía para usted, que el día de mañana, cuando un absolutista lo llame delincuente sin serlo, necesite del debido proceso para demostrar su inocencia (sí, en este país la inocencia se prueba).

Regla 3: usted es propenso a delinquir en igual medida que su vecino. Le doy un ejemplo, oh gran puritano. Mañana, mientras conduce, le suena el celular y por regresar a verlo atropella a una mujer y a su hijo. Usted no se merece que lo declaren inocente, pero sí que lo declaren culpable por un delito culposo de tránsito, mas no por un femicidio. ¿Sabe a quién va a necesitar? A un abogado. ¿Sabe lo que la familia de esa mujer va a decir de usted en redes? Sí, le van a gritar “asesino”.

Regla 4: los culpables, aunque todos sepamos que son culpables, deben ser absueltos cuando no existen pruebas de su culpabilidad. ¿Por qué? Porque esa es la única garantía que tienen los inocentes de ser declarados inocentes cuando no existen pruebas de su culpabilidad. Esto se llama “quitarle el poder al Rey para entregárselo a la ley”.

Fusilar mediáticamente al abogado que ejerce su profesión defendiendo a quien usted declara culpable (violando la Regla 1) es negarle un debido proceso (violando las Reglas 2 y 4), asumiendo que usted nunca necesitará un abogado (violando la Regla 3).

Pedir que un abogado sea llevado al paredón por defender una causa es clamar, con desespero, un régimen dictatorial, similar al de sus pasiones, rastreras, autoritarias, iletradas.

Que la presencia de un abogado no les quite el sueño, queridas hordas de Salem. Cuando vean que el peor de sus enemigos tiene un buen abogado, alégrense, porque un buen abogado equilibra el sistema y restituye la Justicia, lo declaren inocente o culpable. ¿Y si el abogado es el corrupto? Entonces deberá ser juzgado, sin cadalso y sin verdugos medievales. (O)

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