La más grande corrupción del gobierno socialcristiano de León Febres-Cordero (1984-1988) no se vincula solo al tráfico de influencias favorable a los negociados petroleros y camaroneros de su familia; ni a los escándalos del lavado de narcodólares; ni a los sobreprecios en la compra del avión presidencial (caso Fokker) o de la contratación de Cedege con Odebrecht; ni al destape del ‘plan carro’ que involucró a jerarcas socialcristianos. No. El mayor acto de corrupción fue la estafa masiva por medio de la cual llegó al poder y las decisiones que tomó desde ese lugar de representación del colectivo a favor exclusivamente de su privilegiado y minúsculo círculo oligárquico.
El mismo libreto de estafa lo sigue hoy Cynthia Viteri. Idéntica a él, se vende como Aladino proyectando su gobierno como la lámpara maravillosa. “Pan, techo y empleo”, dijo Febres; y Viteri: “Empleo, vida y casa digna”. Ella, que criticaba acerbamente al presidente Correa por ‘derrochador’, ahora en campaña se contradice, planteando una millonaria inversión pública: becas en el exterior; guarderías; desayuno, almuerzo, uniformes y útiles escolares; más beneficiarios(as) del bono de desarrollo humano y por discapacidad; centros de rehabilitación para adictos; crédito barato para vivienda; subsidio al servicio eléctrico para los más pobres. De lo que parece no darse cuenta es que está proponiendo lo que ya existe gracias a la Revolución Ciudadana y lo que nunca desde el gobierno de Febres-Cordero se soñó siquiera dar al pueblo ecuatoriano.
Ella, que es una neoliberal confesa, ofrece aumentar el tamaño del Estado: más maestros; más policías; más médicos y el pago de sus salarios a tiempo. Cómo recordamos quienes éramos servidores(as) públicos(as), maestros(as) y trabajadores(as), en aquel entonces, los despidos intempestivos, los salarios adeudados por meses, la asfixia financiera a la que sometió Febres-Cordero a la salud, a la educación, a las universidades y los centenares de paros y huelgas que se dieron para enfrentar la violencia de su gobierno.
Porque el programa real de la derecha fascista, cínicamente oculto en campaña, es el que implementó Febres al otro día de posesionado: medidas a favor de grandes exportadores, de grandes empresarios corruptos con sus deudas ya sucretizadas, de la gran banca nacional e internacional, que les enriqueció inmensamente, a la par que perjudicó al Estado y nos empobreció de manera brutal. En la misma línea, la Aladina se ha revelado, en realidad, como una Alibabá protectora de su círculo de 40 oligarcas, al prometerles descaradamente ganar más y no pagar impuestos o reducirlos a la mitad. ¿Cómo va entonces a financiar su millonaria oferta? ¿Cómo va, pues, a funcionar su lámpara maravillosa? Ni sabe, ni puede ni tiene.
Al estilo Febres-Cordero, el núcleo de la estafa de Viteri es pretender vender al pueblo un ‘hueso’, una mercancía inservible, con tal de llegar a la segunda vuelta. Frente a ello solo cabe una respuesta masiva de los(as) ecuatorianos(as) en las urnas: ¡A otro perro con ese hueso! (O)