El pasado 31 de mayo se conoció la decisión del presidente Daniel Noboa, de eliminar los subsidios a la gasolina Extra y Ecopaís. Esta decisión estaba enmarcada en su plan de gobierno y fue anunciada desde su candidatura. Eso sí, no porque lo haya advertido quiere decir que esté bien la forma en la que se está haciendo.
He de empezar indicando que eliminar el subsidio es algo necesario y con lo que estoy completamente de acuerdo. El Estado no tiene por qué pagarle la gasolina a la gente, por más petróleo que produzca. Pero otra cosa es arremeter en contra del ciudadano que ya hizo un esfuerzo enorme por pagar los impuestos relacionados con IVA, ICE, aranceles y demás para poder comprar un automóvil, que se suponía, gozaría del subsidio.
Entiendo también que el país está pasando por una gravísima situación económica, y por eso mismo he de recordarle a todo el equipo presidencial que el gobierno también tiene que tomar decisiones para reducir su exhorbitante tamaño. El presupuesto del Estado tiene un componente importante para el pago de salarios a funcionarios públicos, que en muchos casos no son necesarios.
Así mismo, si los vehículos pagan un impuesto especial porque la gasolina venía subsidiada, entonces lo que corresponde es eliminar ciertos impuestos que están directamente relacionados con automotores y repuestos. Eliminar el subsidio de la gasolina y mantener el porcentaje de ICE para vehículos, hace que movilizarse en auto privado sea un lujo, cuando lo correcto es dar la oportunidad de que todos se movilicen como mejor les convenga y no como les toca.
Pero lo que más duele es ver a un gigante estatal que mantiene un gasto burocrático desmedido, con serios problemas de seguridad interna. Los ecuatorianos pagamos un IVA que acaba de subir del 12% al 15%, eso sin contar con muchos otros impuestos y tasas que están camuflados en la mayoría de productos que se encuentran en el mercado. Si el ciudadano pone de parte pagando más, lo mínimo es que el Estado haga lo suyo, buscando ser más eficiente, gastando menos y favoreciendo a la dinamicidad de la economía con atracción de capitales.
Ecuador ahora mismo es un Estado híbrido que mezcla normas socialistas y capitalistas, y que no tienen sentido. Producto de ello, la generación de empleo decrece, pero las leyes cada vez reconocen más derechos laborales; falta capital en un mercado que se maneja con moneda prestada; no hay suficiente inversión privada, pero se exige el pago de más impuestos y ahora se eliminan subsidios. No hay dinero en las arcas del Estado, pero no se piensa en reducir su tamaño. El camino del país no está claro, por lo que creo que es necesario y urgente una explicación para poder entender hacia dónde nos llevan.