A cada santo su vela. Este añejo adagio popular es oportuno para el momento cuando conocemos de la resolución emitida por la Corte Constitucional que destituye a los consejeros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y dispone que el Dr. Álvaro Román Márquez asuma la presidencia hasta que se nombre a uno de los candidatos de la cuarta terna enviada en su momento por la Corte Nacional.
Y es que este pronunciamiento del máximo organismo de la justicia constitucional observa que los consejeros destituidos incumplieron con la sentencia dictada meses atrás, por lo que nos cae como anillo al dedo el refrán título de esta columna, que significa que cada uno es responsable de sus propios actos. Entonces, no hay vueltas que dar y los amigos de la componenda política que motivaron la desobediencia de los consejeros también son los grandes perdedores en esta pugna de poderes en la Función Judicial, lo cual evidencia una desinstitucionalización inédita de la que pueden algunos pescar a río revuelto, dice la abuela de la casa.
A cada santo su vela. Cada consejero del defenestrado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social ha de sufrir lo que se merece o lo que le corresponda por su actitud proponente al desoír un pronunciamiento de la Corte Constitucional haciéndole juego al poder político de turno desestabilizador que se refleja en la asamblea nacional; organismo que nada tiene de participación ciudadana y peor de control social porque nunca han denunciado un acto de corrupción que en el país y en la función pública lo existen a millares surgir como el texto del himno patrio sino han estado al servicio del poder político de turno.
Esta sentencia sienta un precedente que fortalece el derecho a la seguridad jurídica, derecho pisoteado en el sistema de justicia, es un golpe a la politiquería ecuatoriana enseñada en meter las manos en la justicia, a los jueces aprendices de políticos o al político-juez de toga y mallete, a los jueces de alquiler. En buen romance es una sentencia ejemplificadora y que en términos de las personas de calle nos enseña que la letra con sangre entra por lo que al buen entendedor pocas palabras.
El actuar del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social ha llevado a que en el imaginario social se hable todo un tiempo de su desaparición, pues su última actuación es la gota que derramó el vaso y como nos recuerda la abuela de la casa, tanto va el cántaro al agua que se rompe. Y eso es lo que exactamente sucedió porque al parecer les salió el cura de la parroquia, sonríe.
La resolución de la Corte Constitucional, por sí acaso, pone un candado, pues dice en la parte final, que no se podrá interponer ninguna garantía constitucional por lo que los consejeros destituidos se quedaron con los churos hechos pues no habrá juez de alquiler que los ayude, así como aquellos que constan en la cuarta terna enviada desde la Corte Nacional porque también señala el fallo constitucional que la designación queda supedita al resultado de la consulta popular; entonces quienes se estaban lamiendo los dedos como ungidos a la presidencia del Consejo de la Judicatura deben poner las barbas en remojo, porque hay más de uno que tiene rabo de paja, porque eventualmente cometió el delito de concusión al pedir dineros para hacer la fiesta del bicentenario con la complacencia de las máximas autoridades de la Función Judicial que estuvieron de mantel largo y no preguntaron de donde salió el cusqui, pues es evidente que no hay presupuesto para eso.