Una fecha referencial, una fecha de celebración o una fecha en disputa. El 9 de agosto de 1944 Benjamín Carrión fundó la Casa de la Cultura Ecuatoriana en momentos cruciales de la formulación de la teoría de la pequeña gran nación ya expresada en la denominada revolución del 28 de mayo de 1944. Los grupos dominantes tradicionales, las oligarquías como los sectores subalternos han estado en una continuidad conflictiva por ser reconocidos por esa fluctuante entelequia llamada Estado. Rodríguez Lara convirtió oficialmente al 9 de agosto en el Día Nacional de la Cultura. Esa oficialización da cuenta de la jerarquización de una cultura dominante por sobre otras. Una forma de modernización de la vieja república de blancos como de la república de indios. El mestizaje histórico fue usado como un dispositivo de encontrar la vía al desarrollo y al progreso. Había que combatir en el campo de la cultura. El mestizaje se fue convirtiendo en la esperanza de una tercera vía frente al conflicto histórico de las castas, estamentos y clases. La singularización de la cultura llevó con fuerza a formas y modos de folclorización de la diversidad. Singularizar la cultura habilitaba pensar en una nación unitaria. Grandes sectores quedaban en un segundo plano -como subalternos- a los cuales el sistema educativo debía transformarlos y presentarlos en sociedad, como nuevos ciudadanos. Pero eso no ocurrió. Las poblaciones indígenas, entre otras, desplegaron un sinnúmero de formas de resistencia ante la homogeneización cultural, contra el blanqueamiento o mestización forzada. La teoría de la pequeña gran nación ha resultado pequeña, excluyente; no por voluntad de Carrión, sino por la historia social de exclusión, invisibilización de la complejidad de las culturas, de las tradiciones, como de las luchas sociales y comunitarias. En 1994 la Organización de las Naciones Unidas decidió celebrar cada 9 de agosto el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas. Nada es coincidencia en la historia. Es ejemplar que son los pueblos marginados, explotados y expoliados los que se han levantado contras los discursos y prácticas hegemónicas: contra una cultura y Estado de élites blanco-mestizas dominantes. Las luchas de los pueblos originarios y afroecuatoriano es la evidencia contundente del absurdo de pensar la existencia de una sola cultura, de una sola lengua, de una sola cosmovisión o de ser reducidos a expresiones folclóricas despolitizadas.
La construcción de un Estado plurinacional como de una sociedad intercultural es una lucha que no ha terminado. Es
una lucha social por el reconocimiento y el comienzo del fin de una cultura oligárquica.