El 8 de marzo se conmemora el "Día" Internacional de la Mujer, una fecha que nos hace recordar todas las luchas históricas de las mujeres que nos han permitido hoy por hoy tener acceso al trabajo, al voto y a otros derechos. Sin embargo, las desigualdades continúan siendo enormes y es esta desigualdad la que nos hace luchar por un mundo más equitativo, sin violencia para las mujeres por el simple hecho de serlo, sin machismo y misoginia. Es por todo esto que la lucha sigue, desde cada espacio personal, en los espacios de sororidad y en las calles.
Una vez alguien me preguntó si es verdad esa frase que hace referencia a que una mujer es la peor enemiga de otra mujer. A lo que respondí: por supuesto que no. Esto es lo que nos ha hecho creer una concepción machista de pensarnos y asumirnos a nosotras mismos. El sistema nos quiere divididas, calladas y excluidas de los lugares a los que tanto nos ha costado llegar. Las mujeres que yo he conocido han sido inspiradoras, hemos construido espacios de sororidad, nos ayudamos las unas a las otras y visibilizamos nuestro trabajo conjunto. A lo largo de mi vida he conocido a grandes mujeres lideresas, amigas incondicionales y por supuesto también a mujeres en redes a quienes admiro por sus luchas y defensa de ideales como la equidad y la igualdad.
Desde la academia me ha apasionado estudiar la participación y representación política de las mujeres y es ahí donde, a pesar de los importantes avances normativos que tenemos como país, se evidencian fuertes brechas. Históricamente la política ha estado dominada por hombres. Cuando gracias a las luchas feministas las mujeres empiezan a ocupar cargos de dirección y gobierno, estos espacios se empiezan a transformar. Hay que reconocer a todas esas mujeres que han enfrentado grandes obstáculos y han remado en contravia de la discriminación por su género.
A pesar de que aún nos falta mucho por lograr la equidad, ha habido avances que merecen reconocerse. Pero esto no lo podemos hacer solas, necesitamos el compromiso de los partidos y movimientos políticos para romper las estructuras patriarcales y empoderar a las mujeres políticas; es importante también contar con escuelas de formación; que las mujeres no sean utilizadas como “relleno” en las papeletas, solo para cumplir lo establecido en el Código de la Democracia, sino que en realidad sean figuras clave para las organizaciones políticas; que no se coloque a las mujeres en el encabezamiento de listas en aquellas circunscripciones donde históricamente los partidos no han ganado; entre otras.
De acuerdo a datos del Observatorio de Igualdad de Género en América Latina de CEPAL, Ecuador cuenta con el 39,4% de representación de mujeres en el legislativo, 24,7% en el poder ejecutivo, 27,2% en los gobiernos locales y 7,2% en las alcaldías. Estas son una de las tantas brechas por las cuales debemos luchar. Las mujeres somos el 50% de la población y por eso nos urge contar con mujeres en las diferentes instancias de poder donde por supuesto tengan real capacidad de decisión y no sean relegadas a un segundo plano.
Sin participación y representación plena de las mujeres no hay espacio posible para una democracia efectiva, plural e igualitaria.