Los adultos mayores se pusieron de moda por unos días. Fueron motivo de reportajes, de entrevistas, de caminatas y de análisis sobre su situación de desamparo... Se volvieron parte de las agendas de los medios de comunicación públicos y privados. Prioridad publicitaria para las instituciones gubernamentales que mantienen programas de atención a este sector.
Como todos los años, no faltaron los suplementos comerciales, que circulan con determinados periódicos, llenos de consejos sobre su nutrición y cuidados, pero también repletos de publicidad para que sean “felices” porque ya existe un pegamento para sus dentaduras y porque la incontinencia ya no es un problema que incomode sus vidas.
Todo este alboroto, previamente al 29 de septiembre, Día Nacional del Adulto Mayor, tuvo una intención: mostrar que los adultos mayores sí son parte de los medios de información.
El 29 de septiembre que celebramos su día, el aparente interés por esta población que sobrepasa el 1’200.000 habitantes en el Ecuador, según el último Censo de Población, se desvaneció. Es como si ya se cumplió con el compromiso y ahora retornamos a esa realidad de todos los días, donde no tiene cabida lo que piensen, sufran, disfruten, aprendan, sientan o dejen de sentir los “viejos” de nuestro país.
Otra vez quedó pendiente esa gran deuda que mantiene la sociedad y el país con los adultos mayores. Otra vez está claro que los grandes medios de información públicos y privados no cobijan a los sectores vulnerables como son los “viejos”, los niños y las personas con discapacidad.
Otra vez se perdió la oportunidad de abrir un espacio donde a los adultos mayores se les dignifique en su verdadera magnitud, donde por lo menos se siembre la necesidad urgente de un cambio en las relaciones culturales para orientarlas a una valoración positiva del envejecimiento y de la condición de la vejez.
Los adultos mayores SON productivos, SON activos, SON soñadores, SON aporte a la sociedad, SON de buen carácter, SON saludables, SON la experiencia acumulada, SON los valores que nos quedan, SON la vida en su etapa más solidaria y digna, SON la sabiduría, SON... la meta a donde todos llegaremos irreversiblemente. Quizás, entonces,
entendamos lo que son los adultos mayores.
Por hoy, compartamos esta frase de una anciana de la parroquia Tocachi, en el cantón Pedro Moncayo, provincia de
Pichincha; su nombre, Tarcila Criollo: “Dura ha sido la vida, duro hemos sufrido, pero eso ya pasó, no guardo rencor con nadie; ahora estoy vieja, pero vivo y existo”.