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El Telégrafo

30 de septiembre: medios públicos profundizan la democracia

30 de septiembre de 2011

En España, dos tribunales de justicia acaban de confirmar dos condenas a una cadena de televisión, Telecinco, que debe pagar 90 mil euros a la tenista Anna Kournikova y 36 mil al cantante Enrique Iglesias, y al ex presidente José María Aznar y su esposa con otros 90 mil euros a cada uno. En el primer caso por publicar imágenes falsas, y en el segundo por afirmaciones falsas. Nadie puso el grito en el cielo. A nadie se le ocurrió afirmar que las condenas son un atentado a la libertad de expresión.  Ningún gremio de periodistas emitió un comunicado protestando o cuestionando a los jueces o al sistema de justicia.  Nadie envió quejas o demandas a organismos internacionales y, lo que es más, la propia cadena de televisión aceptó, sin chistar, las condenas.

Las dos condenas tienen que ver con emitir rumores como si fueran noticias, algo que es muy común en la televisión privada nacional. De aplicarse los mismos criterios en el Ecuador, todos los días habría condenas contra los medios que no cumplen mínimos principios, como contrastar fuentes y confirmar hechos.  Sin embargo, hay toda una avalancha de quejas y lamentos porque un periodista y un diario han sido condenados, más aún cuando los propios comunicadores han manifestado que jamás firmarían un artículo como el que escribió Emilio Palacio.  

Es una necesidad urgente que los medios de comunicación, públicos y privados, asuman responsabilidades mínimas en el ejercicio periodístico, cumpliendo normas y códigos profesionales, éticos y de calidad, que respondan a los intereses colectivos y no a los negocios vinculados, los intereses particulares o a posturas políticas. En algunos casos, a pesar de que en sus páginas editoriales se predica la necesidad de mejorar la calidad periodística, en el día a día se hace todo lo contrario.

Hoy, 30 de septiembre, mirando a la distancia, podríamos decir con claridad que la existencia de medios públicos permitió a todos ya no mirar los hechos con esa visión única de los medios privados, sino -y sobre todo- impedir, como ha sucedido siempre, que para concretar los golpes de Estado debe  cumplirse aquello de: “Se tienen los medios y se tiene el poder”.  Por ello, esta realidad de hoy,  la existencia de medios públicos, sin duda contribuye a consolidar la democracia. Es cierto, son medios aún en construcción, pero los ecuatorianos tenemos ya con su existencia la posibilidad de también profundizar la verdadera libertad de expresión.  Y las voces, de distintos sectores, comunidades y colectivos (por tanto, con distintos acentos) deben expresarse por sí mismas, sin necesidad de que nadie le “dé diciendo” y peor pensando.

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