Sí, veinte y cinco años han transcurrido, desde aquel febrero del 97, en el que todo el país estuvo en vilo, asistiendo a los acontecimientos políticos, pero también sintiéndose parte de estos. Sobre todo quienes habían participado en las manifestaciones populares pidiendo la salida del presidente en funciones, en medio de un frenesí de noticias, comentarios, rumores.
En ese período en el que mi vida estuvo tan fuertemente entrelazada con la del país, sentía que el vértigo era parte del transcurrir diario y que cada momento iba marcando un destino que impactaría también en el futuro de la nación.
En medio de aquella vorágine, decidí mantener mi apego irrestricto a la Constitución, por ello firmé el decreto, en la madrugada del seis de febrero, asumiendo la Presidencia de la República, enfrentando a un machismo rampante que se hizo presente en el seno del Congreso Nacional, en los sectores que comandaban a la sazón las fuerzas armadas e inclusive segmentos de la prensa nacional, representada por periodistas que asumían el papel de voceros de una sociedad que no se daba cuenta de que se tomaban esa representatividad sin que mediara ningún proceso de delegación.
El transcurso del tiempo es inexorable, las lecciones deberían aprenderse por los individuos y por los colectivos. A pesar de los años transcurridos, las imágenes están frescas en mi memoria, con la sensación de que al país le escamotearon un proceso de viabilidad democrática que hemos pagado a lo largo de los años.
Sin embargo de ello, la certeza de haber cumplido con el deber, de marcar un pedazo de historia con el advenimiento de la mujer a las más altas magistraturas del Estado, nos dejan la grata convicción de que llevamos la delantera, hasta por décadas con relación a otras naciones del continente y del mundo.
Las lecciones de la política deberían ser de largo aliento, no caracterizarse por una memoria corta, para así servir a una de las funciones más importantes de la memoria histórica, que tiene que ver con los aprendizajes obtenidos y las acciones que pueden concretarse en bien de los colectivos, de las naciones.