Una imparable ola de violencia, masacres carcelarias, estados de excepción, extorsiones, vacunas, declaratorias de emergencia, pugnas institucionales, grave deterioro del sistema judicial, apuros económicos, enorme deuda social, corrupción en niveles críticos del Estado; así se desarrolló el año que termina. Los observadores extranjeros lo señalan: “Ecuador: 2023, un año en el que el país miró al abismo ...” You Tube, FRANCE 24, Español 20 dic 2023.
Para los ecuatorianos el 2023 será muy difícil de olvidar. 7.000 muertes violentas frente a 4.000 del año pasado. 21 muertes por día. Una tasa de 44.9 asesinatos por cada 100.000 habitantes según fuentes del Min Gob. La tasa más alta de la región. Elecciones violentas. Un magnicidio. Un tercio del país en la pobreza. Un deslave de graves consecuencias en Alausí. En retrospectiva, el año que dejamos atrás ha tenido en vilo al Ecuador y sus ciudadanos. Nos hemos enfrentado a adversidades de todo tipo, desde la crisis de seguridad hasta el caos político. Y, sin embargo, en medio de semejante tormenta, hemos sobrevivido, y pareciera que ahora no nos queda más que vislumbrar algo de esperanza.
El hecho de que hayamos podido celebrar elecciones parciales para elegir autoridades que durarán un año y medio ya es un logro. Después de ver la sinrazón de la relación gobierno y legislativo, cuando Lasso estaba a punto de ser destituido por un parlamento dominado por la oposición, –en el cuarto intento de destitución en 22 meses de gobierno–, la muerte cruzada nos causó pánico. Parecía labor de gigantes el restituir el orden constitucional y convocar a elecciones anticipadas. El desenlace de la muerte cruzada fue el llamado a elecciones anticipadas en donde participaron ocho binomios. El 23 de julio el Alcalde de Manta, Agustín Intriago fue asesinado y, a pocos días del debate presidencial, el 9 de agosto, otro crimen atroz cobró la vida del candidato presidencial Fernando Villavicencio. La campaña prosiguió en medio de la incertidumbre, y quedaron finalistas Luisa González de la RC y Daniel Noboa de ADN. Noboa asumió con el 51,83% del escrutinio el 15 de octubre, convirtiéndose en Presidente del gobierno de transición.
No podemos ignorar las dificultades que aún persisten: lo vemos ahora en las calles en las manifestaciones de funcionarios públicos impagos, pero es crucial reconocer que la acción más importante para volver al Ecuador que queremos se ha gestado con el operativo dirigido por la fiscal general, Diana Salazar, para el caso Metástasis que causó gran remezón en la ciudadanía. Las acusaciones de la Fiscal General muestran fehacientemente la penetración del narcotráfico en las entrañas mismas del Estado: el Consejo de la Judicatura, las cortes, los jueces, los fiscales, la Policía, el sistema penitenciario…. Cuarenta órdenes de detención así lo confirman.
Esa búsqueda de la verdad y de la institucionalidad abre la puerta a la posibilidad de un mañana diferente. Y nos hace recordar otras acciones de la ciudadanía que nos llenan de esperanza: el apoyo a la preservación ambiental sobre el extractivismo en el que coincidió la mayoría de los ecuatorianos, cuando aprobó en la consulta la no explotación económica del Yasuní y la conservación del Chocó Andino, –esta última ganó entre los votantes del cantón Quito–.
Está por verse la acción del nuevo gobierno, pero creemos que este equipo joven, con su energía y determinación, representa una oportunidad para renovar el compromiso con el bienestar de la nación. Es cierto que los retos son considerables, y el diálogo con el legislativo no será tarea fácil. Sin embargo, en lugar de enfocarnos en los obstáculos, apreciamos la voluntad de encontrar soluciones y compromisos. La política, cuando se guía por la colaboración y el servicio público, tiene el poder de transformar realidades.
Más allá de las dificultades actuales, es esencial recordar que la resiliencia de nuestro pueblo ha sido probada a lo largo de la historia. La solidaridad que surge en momentos de crisis y la capacidad de reinventarnos son rasgos inherentes a nuestra identidad. Estos valores son la base sobre la cual construiremos el futuro.
En resumen, aunque hayamos recordado los momentos obscuros que han permeado sobre este año 2023, no perdamos de vista la luz que emana de las oportunidades de cambio para el siguiente año. Con determinación, colaboración y un compromiso renovado, podemos construir un Ecuador más fuerte, inclusivo y esperanzador. Este año pudo haber sido un tropezón en nuestra historia; pero es el paso que tuvimos que hacer hacia el 2024. Con la ayuda de Dios, este año será el comienzo de un nuevo capítulo para nuestra patria donde la superación y el progreso sean posibles.