Publicidad

Ecuador, 06 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Aníbal Fernando Bonilla

2016: tras la bitácora del tiempo

05 de enero de 2016

El nuevo año recibe un legado de dificultades y aspectos pendientes por resolver en el orbe. Desde el quehacer noticioso emergen datos alarmantes y de seguimiento inevitable. Así con sobresaltos, lastima el alma observar el drama que atraviesan miles de apátridas -a causa de guerras, conflictos, ofensivas militares-  en su afán por cruzar el Mediterráneo y pisar orillas de Occidente. No es casual que la palabra ‘refugiado’ haya tenido preeminencia en la opinión pública a lo largo de 2015.

Tal fenómeno -de milenaria práctica- que arrecia en las fronteras europeas tiene un enorme impacto social, territorial y cultural, poniendo en el tapete de discusión la sensibilidad y la tolerancia, ya que hay voces que han polemizado el movimiento migratorio, ante las repercusiones que trae el fanatismo religioso. Así, Oriana Fallaci desbrozó en sus escritos -no ajena a la polémica- el neologismo Eurabia.

A escala latinoamericana trasciende una disquisición ideológica que redunda en las urnas entre lo que implica la permanencia de regímenes progresistas o el retorno del neoconservadurismo. Ya se han dado efectos concretos al respecto, en Argentina y Venezuela. La intención -proveniente de grupos de influencia-, sin duda, es deslegitimar los logros alcanzados por gobiernos de izquierda en temas de repercusión en el mejoramiento de los estratos populares. No hay que olvidar que el remezón neoliberal dejado tras su aplicación en los 80 y 90 fue desolador en nuestro continente y hoy -con matices similares- se replica ahora en el primer mundo.

Desde luego, los problemas estructurales aún persisten, como la pobreza, el desempleo, la corrupción, la inseguridad, etc. Pero no se puede negar los avances en aspectos esenciales para el crecimiento ciudadano, en ámbitos como la educación, salud, seguridad social, vialidad, vivienda, inversión pública, microemprendimiento, entre otros. Al menos, esa es la repercusión gubernamental derivada desde 2007 en Ecuador.

Precisamente, en nuestro país, 2016 será un período de características preelectorales, ante lo cual los posibles candidatos(as) presidenciales y para la función legislativa -detractores de la Revolución Ciudadana-, se visibilizarán en complicidad con ciertos medios privados con toda la vorágine propagandística antes que con el sesudo e inteligente discurso propositivo que se requiere en el espectro democrático.

Por esto, se vuelve determinante en el tejido político las gestiones y labores que surjan del Gobierno central. No es una tarea fácil en un momento de recesión económica y volatilidad social. Pero el reto está planteado, más aún, cuando persiste una oposición que hace uso y abuso de la protesta, sin una propuesta adecuada que posibilite un debate serio y sensato en torno a la realidad nacional.

No se trata de ser correísta o anticorreísta, sino de entender el ciclo histórico por el cual atraviesa la nación y que merece continuidad ante la posibilidad cierta de equidad, justicia y reivindicación soberana.

Los ecuatorianos(as) debemos dimensionar los alcances y esfuerzos consignados por el actual régimen en aras de elevar los estándares de vida de la gente, con sentido objetivo, desechando vanos apasionamientos. La calificación a los gobernantes debe ceñirse desde una óptica cívica y englobando los contextos que superan la geografía local. Incluyendo los yerros y equivocaciones de los hombres que transitan por la temporalidad del poder. Y, asimismo, reconociendo los aciertos y resultados en el mandato gubernativo. Ese también es un pleno ejercicio de libertad de opinión. (O)

Contenido externo patrocinado