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Ecuador, 05 de Octubre de 2024
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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

2005, “otra economía es posible”. 2015-2017

12 de octubre de 2015

“La política económica es un campo netamente normativo de la economía, es decir, responde a ideologías, juicios de valor y, lamentablemente en forma bastante frecuente, a particulares intereses. Durante mucho tiempo en el Ecuador se ha aplicado una política económica básicamente en función del capital, especialmente el financiero. Para legitimar esta “opción” de política, no se ha dudado en distorsionar conceptos tan fundamentales como la estabilización económica, el cual ha sido reducido al simple control de la inflación, cuando en realidad este concepto se refiere al logro del máximo nivel de producción y empleo sostenible en el tiempo; el ámbito de la política económica se ha limitado a la simple programación fiscal que garantice excedentes para maximizar el pago de la deuda pública, y en alterar prioridades incluso éticas, como la supremacía del trabajo humano sobre el capital. Los resultados de estas políticas están a la vista; y después de quince años de aplicación –con especial énfasis, incapacidad y corrupción en el gobierno del coronel Lucio Gutiérrez- las consecuencias han sido desastrosas. De esta forma, Ecuador prácticamente no ha crecido en los últimos tres lustros, la inequidad ha aumentado y el desempleo se ha duplicado en relación con las cifras de inicios de los años noventa, a pesar de la masiva emigración de compatriotas ocurrida en los últimos años. Estas políticas han podido mantenerse en base a engaños y actitudes antidemocráticas por parte de los beneficiarios de ellas, con total respaldo de organismos multilaterales, convertidos en representantes de los acreedores y en brazos ejecutores de la política exterior de determinados países; por lo que además del fracaso económico también se ha mermado la soberanía y representatividad del sistema democrático” (Correa en Asedios a lo imposible, 2005: 69-70). Era el Ecuador “democrático” de los demócratas populares y del socialcristianismo del llamado “retorno a la democracia”. El demócrata popular Hurtado en 1983 sucretizó la deuda externa privada, haciéndola pública: El Decreto Ejecutivo 2085 autorizaba al ministro de Finanzas (Pedro Pinto) y al gerente del Banco Central (Abelardo Pachano) a firmar los refinanciamientos (CAIC, 2008). El mismo demócrata popular frente a su fracaso personal y la de sus herederos políticos, terminó, años después, culpando a los ecuatorianos, a sus “costumbres”, del mal de la permanente ingobernabilidad. Sus herederos socialcristianos supieron vender la idea de una “economía social de mercado”: pan, techo y empleo. Largo fracaso político que tuvo en su cima al dictócrata de Gutiérrez. Estas fiestas octubrinas son el escenario para volver a vender su doctrina de libertad, mercado y Opus Dei, incluida condecoración: democracia sin crecimiento, sin igualdad, sin equidad y migración forzada. Hablan de futuro rechazando que se hable del pasado. Convocan a gobernar desde la mentalidad de la isla Mocolí y Ciudad Celeste. Ese es el resultado de un modelo de segregación social patrimonial que ahora quiere medir fuerzas. Que el Ecuador decida en el 2017 qué modelo de sociedad quiere. Las cartas están sobre la mesa y este juego, lejos de terminar, está por empezar. (O)

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