En el país, la política es un escenario históricamente diseñado por y para los hombres. En el actual proceso electoral 2021, la lógica de la mínima participación política de las mujeres se repite y, la realidad refleja que la mujer continúa relegada en los espacios de decisión más importantes. En ese contexto, en los próximos meses, de los 17 candidatos presidenciales únicamente una mujer estará presente en la carrera presidencial, en medio de innumerables retos políticos, económicos, sociales e incluso de violencia política.
La falta de mujeres en los procesos de elección popular es evidente en el país y, hasta cierto punto, se ha vuelto un fenómeno repetitivo y estructural, pues, al revisar los datos de los dos últimos comicios generales, se encuentra que en 2013 de los ocho candidatos presidenciales 100% fueron hombres y, para 2017, tan solo uno de los ocho candidatos fue mujer. Hoy, el escenario es el mismo o incluso más excluyente y, refleja la falta de sintonía entre los importantes avances normativos y la realidad interna de las organizaciones políticas.
Por otra parte, la calificación e impugnación de candidaturas ha reflejado la frágil institucionalidad electoral. No podemos permitir excepcionalidades para ningún grupo político; se debe respetar el Estado de Derecho, la plena independencia de los poderes estatales a fin de evitar cualquier intento por socavar la democracia.
Por lo que hablar sobre la coyuntura política en nuestro país es complejo, cifras alarmantes en el contexto de una emergencia sanitaria que tienden a agudizar los problemas derivados de una débil institucionalidad provocada por los oportunismos, por la normalización de la corrupción y otros males que aquejan hoy a nuestra sociedad, como producto de estos: el hambre, las desigualdades, la inseguridad.
Nuestra cultura cívico-política ha soportado dos grandes taras: la primera, la tendencia histórica a esperanzarse en acciones mesiánicas que cambien el statu quo; y la segunda, al patronazgo que implica la negación de asumir las responsabilidades que tenemos como ciudadanos.
Hoy, frente a un escenario altamente fragmentado y volátil, con bajos niveles de satisfacción con la democracia, nos enfrentamos a los comicios 2021 que pondrán en evidencia el hartazgo y los cambios aspiracionales del electorado. Por ello es necesario pensar en la pos-política y la renovación de cuadros dentro de las organizaciones.