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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

¿Y la cultura en el Informe a la Nación?

27 de mayo de 2016

El vicepresidente Jorge Glas contó que cuando visitó uno de los albergues en Manabí, cuatro niñas le cantaron ‘Tejedora manabita’.  Los padres de las niñas lo habían perdido todo en el terremoto. Glas se sorprendió cuando una de las niñas, de nombre Nayeli Álava, le dijo que no quería una nueva casa o unos nuevos enseres o bienes materiales, no. La niña quería cantar. Y cantarle al presidente Correa.

Ese es el poder y valor del canto, de la música; de la cultura. Es tan fuerte que está por sobre las edificaciones y bienes materiales. La cultura y sus expresiones artísticas, sus saberes y sus creencias son las que configuran la identidad de todo un pueblo, de una nación. Y Manabí, lo sabemos, es el espejo del país; posee una enorme, profunda y rica diversidad cultural.

Y sin embargo, en el Informe a la Nación, la cultura estuvo ausente. El presidente Rafael Correa no dedicó ni una línea a informar sobre lo que en el último año -y en la década- ha gestionado su gobierno para el sector de la cultura. Podemos entenderlo como un acto de honestidad; su gobierno no ha realizado nada relevante ni digno de mencionarse. O como un gran olvido, una década en la que -como el propio Presidente ha señalado- simplemente se acumula una deuda que, en el año que resta de gobierno, será imposible de saldar.

La Ley de Cultura sigue sumida en una dolorosa y cruel espera. Siete años de intentos fallidos. Y no solo que se ha incumplido el mandato constitucional de 2008, sino que se ha maltratado a un sector que debía ser -más bien- la vanguardia de la Revolución Ciudadana. Y que, en los hechos, terminó siendo el sector menos relevante y más olvidado. Nueve ministros de Cultura en nueve años es demasiado, solo es la evidencia de lo mal que se ha manejado al sector de la cultura.

El propio acto del Informe a la Nación refleja cómo se concibe a la cultura; apenas un ‘intermedio musical’ en el extenso programa. Un intermedio que termina con una canción mediocre de un compositor extranjero, como si en Ecuador no existieran canciones de esperanza. Como si en estas semanas los propios manabitas no hubieran creado decenas de canciones llenas de esperanza y optimismo. ¿Y dónde quedó la soberanía cultural que, en los discursos, tanto se predica?

La cultura tiene que ver directamente con el ser humano; con su formación, con su modo de ser y de expresarse, con su dignidad y con su calidad de vida. Un pueblo que lee será siempre un pueblo libre y soberano. Pero Ecuador es el único país de la región que no tiene un plan nacional de lectura y fomento al libro.  

La presidenta de la Asamblea Nacional, en su discurso, dijo que era necesaria la autocrítica. Y tiene razón. Es más, es imprescindible, hoy más que nunca. Y el presidente Correa afirmó que, si no se ha cumplido, es necesario dar explicaciones. También es cierto. El sector de la cultura merece esas explicaciones.

Nayely Álava cumplió su sueño, no solo cantó al Presidente, cantó a todo el país. Y nos emocionó y nos conmovió hasta las lágrimas. Pero, al mismo tiempo, nos reafirmó en una convicción: Ecuador se levantará de los escombros; como lo hizo antes, como lo hará hoy. Ese es el valor del canto. Ese es el valor de la cultura. (O)

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