Los quiteños no queremos ser como los suizos, según Jaime Durán Barba: nos gusta la basura en las calles, sin control alguno para nadie, que los buses y las paradas sean lo que son ahora y tampoco nos agrada que la administración se maneje con sentido de lo público, preferimos que sea al estilo comercial, a favor de los amigos del Alcalde. Todo eso sin contar que parecería que a los quiteños nos queda grande la grandeza y muy floja la nobleza, la gratitud con quien hace bien las cosas, porque preferimos al improvisado, al que no conoce nada, pero que proviene de “una de las mejores familias”.

Quizá haya dado en el clavo el estratega político y consultor ecuatoriano que ahora trabaja para Mauricio Macri. Salvo en eso de las ‘mejores familias’, todo lo demás ha significado (¡por fin!) la explicación más sensata de por qué tenemos en la Alcaldía a uno de los exclientes de Durán.

Han pasado dos años para entender de mejor manera sus palabras y sus explicaciones, precisamente cuando ya no es su cliente, porque parecería que no le hace caso y también para preguntarle al mismo Durán Barba si el candidato de entonces no tenía plata, ni amigos ni partido de donde le pagó la consultoría, la estrategia, la asesoría y las encuestas (que no son baratas).

Han sido largos meses también para comprobar de qué modo actúa una prensa municipalista, que no se avergüenza de dedicarle páginas enteras a los likes del Alcalde en una red social, de que los entrevistadores de radio lo alaben o se callen sus errores, de que se ignoren datos de la realidad que para otra autoridad habría significado un linchamiento sin nombre (¿acaso comprarse una casa al contado por más de medio millón de dólares, cuando el año anterior no se registraron ingresos, no es motivo de una sospecha bastante fuerte?). Y también han sido meses para comprobar que ciertos periodistas que ahora trabajan con el excliente de Durán Barba sigan hablando mal del sector público cuando reciben emolumentos, viáticos y prebendas del municipio capitalino, cuando en realidad lo que hacen es poner cada clavo y tornillo de la tarima para la campaña presidencial.

Aquí lo único que cuenta es que Quito perdió porque si ahora se sabe (Durán Barba maneja bien los datos de la realidad, no se los está inventando, y desde ahí elabora y diseña sus estrategias para sus clientes) que el candidato de entonces no conocía la ciudad y el anterior alcalde, Augusto Barrera, era perfecto, casi que el mejor de todos los tiempos, entonces hemos perdido dos años y la continuidad de un proyecto de ciudad encaminada a otros propósitos y no a los de elevar o amoldar la imagen de un futuro candidato presidencial, que además perdió de largo en los comicios de 2013.

Habrá que revisar estos datos, esta ‘revelación’ y todo el conjunto de acciones de unas élites, unos medios de prensa privados, de unos entrevistadores concesivos y generosos, del gasto en publicidad que ahora empezará y de las políticas (si las hay) municipales para saber hasta dónde nos equivocamos y por qué ocurren cosas como aquellas de pintar de azul cardenillo todo y creer que es una cosa menor, elevar a la condición de primera dama a una persona que no ganó ninguna elección y trabaja a diario para ser candidata a algo en las futuras elecciones, así como revisar quiénes de verdad gobiernan en el Municipio, no vaya a ser que un hermano por ahí sea el ‘verdadero’ Alcalde. (O)