“Ni me busquen mucho, me les presento en el 2021 y si no aprueba la transitoria la Corte Constitucional, me les presento en octubre, depende del nivel de bravuconería de los de siempre”. Esas fueron las palabras del presidente Correa durante un conversatorio con medios de comunicación en Quito, el martes pasado. De lo dicho por Correa, si algo se puede entender en su manera de vivir la política es esto: primero es la amenaza. ¿Por qué su candidatura es una amenaza? No está claro, pero parecería que lo peor que le podría pasar a la oposición es que Correa sea candidato. Pero la vocación del candidato no puede ser en función de su enemistad casi personal con sus opositores políticos. Y si bien las vocaciones políticas de los candidatos son, la mayoría de veces, segundas en importancia a sus afanes de poder, por lo menos la motivación debe estar guiada por un ánimo de hacer política, y no por una vendetta personal. Porque parte de su amenaza viene de la actitud “cobarde” de insultos y agravios varios recibidos en los últimos meses, algo que afecta también a su familia, asegura el Presidente. Pero es el mismo juego político, donde muchos opositores, en diferentes grados y en diferentes contextos, han sido “agraviados” por el Mandatario.
En parte, esta ultrasensibilidad política también demuestra cómo entiende el poder y para qué sirve el poder. El poder termina siendo una extensión de lo que su ánimo busca resarcir personalmente, bien sea para cambiar las relaciones de desigualdad estructurales del país o para responder comentarios sobre su carácter. Y por otro lado, uno no está seguro de si este tipo de declaraciones es un mecanismo de desfogue o si, en serio, las nominaciones y la política de PAIS, en general, nacen y mueren de este tipo de comentarios.
Pero también es cómo el presidente Correa concibe su rol dentro de PAIS y de la política nacional. Es tal su presencia y su liderato que, a pesar de todo, sigue siendo la mejor opción que el resto de sus compañeros de bancada. Que su rol dentro de la política es, en esencia, imprescindible. De ser cierto, es el reflejo de una de las grandes falencias de PAIS, un movimiento que no ha logrado transcender el liderazgo personal y la dirección política de una sola persona: él. Que dentro del proyecto político y social que se ha construido en estos nueve años de gobierno, hay un individuo que es imprescindible, cuando la promesa era un proceso ciudadano donde el conjunto era más importante, tanto en la idealización como en la ejecución, de la Revolución Ciudadana. Luego está esa manera tan ligera de tratar un tema tan complejo y debatido (y rechazado desde las calles) como es el tema de la reelección indefinida en general y su reelección en particular. Un tema que ha desnudado la falta de tacto político de cierta base que lo apoya (como lo es el colectivo Rafael Contigo Siempre), y también exhibe la evolución en el pensamiento político del presidente Correa, en relación al tema de la alternabilidad y su propia participación como candidato. Desde su preferencia por la alternabilidad hasta su denuncia a esta como teoría liberal y burguesa; desde asegurar que no sería candidato en 2017, hasta reasegurar que no lo sería, para luego dejar la posibilidad abierta.
Puede ser una lectura exagerada de un comentario emocional que en el frío racional no estaría dispuesto a perseguir. Pero de no serlo, es importante entenderlo dentro de sus implicaciones más amplias, tanto dentro de la estructura política de PAIS, como de la filosofía política del Presidente y de su entendimiento como agente político y de liderazgo en la política nacional. Algo que, desde la oposición y desde PAIS, solo parece interesar en términos electorales. (O)