La llamada intolerancia a la leche, que hoy constituye un problema de salud pública, se da debido a la no degradación de un azúcar que esta contiene: la lactosa. Este tema tiene relación con los trabajos científicos que realizamos en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UDLA, con respecto a la intolerancia en población ecuatoriana.
Los mamíferos toleran bien la leche desde que nacen hasta terminar la lactancia, pero concluida esta etapa se vuelven intolerantes a la leche. Si la toman les produce trastornos gastrointestinales moderados e incluso graves, por lo que no existen mamíferos que la ingieran luego de finalizada la lactancia, excepto los humanos.
La ingesta de leche como alimento surge durante el proceso histórico, cuando los humanos nos volvimos sedentarios y tuvimos que domesticar animales para sobrevivir. En los inicios de la humanidad, una de las formas de sobrevivencia supuso el procesamiento de alimentos provenientes de animales, siendo la leche de fácil acceso, para tomarla o guardar sus derivados. Los individuos que eran intolerantes a la leche tenían menos probabilidades de sobrevivir, frente a los que la toleraban mejor. Empieza así, y hace unos 7 mil años, un proceso evolutivo, pues dentro de las poblaciones se da una selección natural hacia los individuos tolerantes; es decir, se seleccionan los capaces de degradar la leche y sus derivados, de tal forma que se promueve el gen conocido como LCT, productor de la enzima degradadora de leche o lactasa. Con el transcurrir histórico de la humanidad, se dio un mayor número de individuos y poblaciones que desarrollaron genes de tolerancia a la leche. Hoy sabemos que mientras más antiguamente una población determinada utilizó la leche como alimento, los individuos tolerantes aumentan, y los no tolerantes son clasificados como enfermos.
En Ecuador, los índices de tolerancia a la lactosa son similares a los de los países vecinos. Dependiendo de la proporción de genes amerindios, afros o europeos que tenga una persona, se dará mayor o menor tolerancia. En términos generales, el 70% de la población mestiza es intolerante en algún grado y el 30% restante es tolerante a la lactosa. Del análisis de la composición genética ecuatoriana se desprende que mientras más genes europeos tiene alguien, es más tolerante a la lactosa y mientras más genes amerindios y afros se detectan, se es menos tolerante.
Estudios genéticos similares de la población ecuatoriana son válidos, para apoyar conductas de prevención de enfermedades y políticas públicas de salud, científicamente orientadas. (O)