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El Telégrafo
Antoni Gutiérrez Rubí

Los millennials: activistas y solidarios

15 de mayo de 2016

Desde principios de año, junto a Fundación Telefónica de Ecuador nos encontramos realizando la primera investigación cuantitativa y cualitativa sobre la generación Millennials en Ecuador, la cohorte demográfica que incluye a los nacidos entre 1983 y 1998. En los últimos años, los millennials, que son el 25 % de la población mundial y el 30 % de la latinoamericana, han llamado la atención de numerosas empresas y consultoras a nivel mundial por su capacidad creadora de tendencias. De hecho, Telefónica, a nivel global, desarrolló dos encuestas sobre los intereses y comportamientos de esta generación en torno a temáticas como economía, educación, tecnología, política y entretenimiento. Esta nueva investigación que estamos culminando —y que ha contado con una encuesta online y 15 entrevistas en profundidad a millennials destacados— pretende dar más pistas sobre las especificidades de los millennials ecuatorianos… ¿Cómo son? ¿Qué piensan? ¿Qué hacen?

Hasta el momento, uno de los hallazgos que más han llamado nuestra atención es la sensibilidad social y el compromiso de los millennials ecuatorianos con ciertas causas sociales. Los temas que más les preocupan, a nivel global, son la educación, la economía, el medioambiente, el desempleo y la inseguridad. Y casi la mitad de los consultados dijo haber participado en algún tipo de voluntariado en los últimos tres meses y 1 de cada 3 dijo haber donado, también, en ese período.

Estos datos nacionales ratifican la tendencia revelada por el Millennial Impact Project, el estudio que, desde 2009, por encargo de la Case Foundation, analiza la relación de los millennials con las causas sociales, su papel como activistas, voluntarios y donantes. Su última edición mostró que el 70 % de los millennials encuestados —ahora a nivel global— hizo al menos una hora de algún tipo de voluntariado durante 2014 y que el 84 % había realizado también algún tipo de donación caritativa. Jean Case, CEO de la Case Foundation, apuntaba para The Washington Post: «Yo personalmente me refiero a los millennials como la próxima gran generación porque el grado de generosidad que estamos viendo en ellos es bastante impresionante […] Algo que se repite en todos los jóvenes —también en los Baby Boomers y Gen Xers cuando eran jóvenes— es el idealismo. Pero la gran diferencia es que esta Generación está convirtiendo su idealismo en acción».

La última edición de la encuesta global de Telefónica ya había demostrado que el 72 % de los millennials latinoamericanos se cree capaz de lograr un cambio local; son algo más prudentes cuando se les pregunta por un cambio global (48 %), pero siguen creyéndose, mayoritariamente, agentes de cambio. Internet es su principal (y natural) herramienta de participación y activismo, pero también se movilizan en las calles cuando hay situaciones que así lo requieren. El terremoto que azotó la costa ecuatoriana el pasado 16 de abril, puso en evidencia la solidaridad y la capacidad de acción de los millennials ecuatorianos. Sobre esto, el psicólogo Marco Jácome explicaba que el sentimiento de solidaridad que surge ante una situación límite es siempre más potente en los más jóvenes, lo que explica que hayan sido ellos quienes lideraron buena parte de las acciones de ayuda social en los días post terremoto.

Por ejemplo, la organización TECHO, que en los últimos años se ha consolidado como una de las ONG de referencia en Latinoamérica, con más de 700 mil voluntarios en toda la región, desarrolló un plan de contingencia para movilizar a su masa de jóvenes voluntarios. La primera acción planificada (durante los primeros días se dedicaron a dar apoyo a los centros de acopio de donaciones) fue la recolección de información en las zonas afectadas con la ayuda de, aproximadamente, 600 voluntarios. A esto, según el plan de trabajo, le sigue la construcción de viviendas de emergencias donde fueran necesarias y en los lugares identificados durante la fase previa (siempre respetando su modelo de trabajo). Para el financiamiento de estas acciones, TECHO publicó una serie de cuentas de crowdfunding provenientes de distintas partes del mundo. A esta labor hay que sumar la de muchísimas otras organizaciones con alta presencia juvenil, como universidades, colegios, ONG, centros religiosos, etc.

Desde el primer momento, la movilización territorial y las donaciones se entremezclaron con el activismo digital, retroalimentándose. Las redes sociales —ecosistema natural de los millennials— jugaron un importante papel informativo a través de los diversos hashtags que concentraron la actividad en Twitter y de la actividad de innumerables grupos y páginas de Facebook como Jóvenes por un Mundo Unido, quienes se encargaron de «dar voz a toda la red de ayudas». Las grandes empresas de Internet también pusieron a disposición diferentes herramientas y servicios, como Safety Check de Facebook y Person Finder de Google. La colega Ángela Paloma Martín explicaba que «la tecnología ha copado la inmediatez dando respuesta a una sociedad ávida de dar información a sus seres queridos, de querer ayudar a aquellos que inevitablemente han sido víctimas y de consultar el estado de situación de la crisis».

El terremoto ha puesto a prueba lo que veníamos percibiendo en distintas encuestas: los millennials tienen una alta sensibilidad social y una enorme capacidad de acción gracias a su conexión permanente y a su habilidad para mezclar lo online y lo offline, en este caso, el voluntariado tradicional con el activismo digital. La gestión de la crisis y de la ayuda humanitaria ha vuelto a poner en evidencia el potencial de las herramientas tecnológicas en labores de acompañamiento, información y colaboración. Y los millennials fueron, esta vez, los grandes protagonistas.

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