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El Telégrafo

Fotografía: historia y promesa

01 de septiembre de 2016

Este mes se celebra a la fotografía. El pasado 19 de agosto se conmemoraron los 175 años de su nacimiento cuando en 1839 el Gobierno francés liberó la patente del daguerrotipo, el proceso fotográfico que Louis Daguerre ‘pulió’ tomando como referencia el trabajo de Joseph Nicéphore Niépce.

El aparecimiento de la fotografía, en el siglo XIX, fue parte de una larga tradición que inició en el Renacimiento con la camare obscura. Sin embargo, su llegada no podría ser más oportuna, en un momento en que, como sugiere Walter Benjamin, este invento “es el primer medio de reproducción de veras revolucionario”, nacido en la misma época del socialismo.

“No se trata de una casualidad, sino de una coherencia sincrónica entre una propuesta ideológica para un proyecto democrático de masas y una tecnología radicalmente nueva para la democratización de la cultura de masas”, como se lee en el libro La mirada opulenta, de Román Gubern.

Tampoco es casual que nazca en Francia, en medio del positivismo de Comte, pero también con la arrolladora burguesía que propugna una descripción más científica y exacta del mundo. Así, la fotografía logra algo que después se repetirá en nuestro país: que, al inicio, la clase media pueda tener acceso a un documento visual que antes era literalmente impensable. Lo propio ocurrió en Europa cuando los retratos -únicamente para hablar de uno de los estilos- eran onerosos para las clases populares.

De allí que el surgimiento de este prodigioso invento no solo que revolucionó los conceptos en torno al arte, sino que permitió -y sigue en su vértigo- hacer visible lo invisible. Y es que a inicios del siglo XX, la fotografía en el país había iniciado una básica democratización.

La naciente burguesía había encontrado en la reproducción fotográfica la manera de perennizarse y ascender socialmente, debido a que la pintura al óleo resultaba onerosa.

Si bien esto constituyó el inicio, posteriormente el abaratamiento de costos de la fotografía pudo llegar a otros estratos sociales, lo cual produjo un  cambio: sectores sociales excluidos pudieron legitimar, por primera ocasión, la manera de verse, es decir lo simbólico que tiene la imagen. Al ser visibles, pudieron dejar a la posteridad un mundo que -de otra manera- se habría esfumado en el tiempo.

Aunque en la actualidad, especialmente en Quito, el arte de la fotografía llega a los museos o centros culturales, en el resto del país aún se cree que la fotografía es la de bodas, del día del abanderado o un selfie. De allí la importancia del Fondo Nacional de Fotografía (http://www.fotografianacional.gob.ec), cuya labor como parte del INPC es reconocida. Así, la colección fotográfica ‘En la mirada del Otro, Acervo documental del Vicariato Apostólico Salesiano en la Amazonía Ecuatoriana, 1890-1930’ fue registrada en la ‘Memoria del mundo’, por parte de Naciones Unidas.

Existen, obviamente, múltiples iniciativas en torno a la fotografía, pero la tarea primordial es situarle, como lo pensaron en sus inicios, como un arte. Y el otro tema es preservar ese legado que, en la actualidad, se deshace entre las manos. (O)

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