Es común caminar por la capital y encontrarse con algún colibrí de diversos colores volando en torno a un árbol, intentando alimentarse del néctar de alguna flor, o simplemente parado sobre un cable trinando sin parar. Esta ave también conocida como picaflor o quinde existe solo en el continente americano. Se han registrado alrededor de 340 especies, de las cuales 130 se encuentran en Ecuador. El Distrito Metropolitano de Quito, con sus parroquias rurales y urbanas, tiene 55 especies, de ahí que para Juan Manuel Carrión, ornitólogo y director del zoológico de Quito en Guayllabamba, Quito sea la capital mundial de los colibríes. Estas pequeñas aves, de colores llamativos y picos largos,  pesan entre 3 y 14 gramos, viven en promedio 4 años, aunque algunas han alcanzado los 12. Realizan vuelos acrobáticos, incluso en reversa. El fallecido ornitólogo Fernando Ortiz Crespo las llamaba aves sobrenaturales. Según Carrión, en junio de 2005, por una resolución municipal, se declaró al colibrí zamarrito pechinegro como el ave emblemática del Distrito Metropolitano de Quito. Este se encuentra solo en Ecuador y su población no supera los mil ejemplares, por tal razón, la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza la ubicó como una especie altamente amenazada por la extinción. Una parte de la población  de esta especie de colibrí vive en los flancos occidentales del volcán Pichincha, y la otra, en la cordillera de Toisán (Imbabura). Se encuentra entre los 2.800 m s.n.m. hasta los 3.700 m s.n.m.; en la zona urbana no se la observa porque no hay un hábitat adecuado. Según Tatiana Santander, representante de la Fundación Aves y Conservación en Ecuador, el incremento de la agricultura y la ganadería, para las  que se cortaban los árboles y se los quemaba, redujo el hábitat de estas especies. Asimismo, la producción de carbón en las zonas altas de Nono, por ejemplo, afectó a los bosques nativos donde vivían.     El zamarrito pechinegro macho tiene plumas de color azul brillante en la garganta, plumas oscuras en el pecho y plumas azuladas en la parte inferior de la espalda. Las hembras tienen una mancha pequeña detrás del ojo, plumas de color azul brillante en la garganta, línea malar café y espalda baja turquesa brillante. Ambos tienen la cola ligeramente bifurcada, el largo de las alas cerradas es igual al largo de la cola. El zamarrito, aunque no es un ave que migra, sí visita varias localidades motivado por la floración de sus plantas favoritas que se dan en diferentes épocas del año y en distintas locaciones. Según datos de la fundación Aves y Conservación, a estas pequeñas aves se las puede observar con mayor probabilidad en la Reserva Yanacocha entre mayo y julio. La zona urbana cuenta también con varias especies de colibríes, como el quinde herrero. Tiene el plumaje verde, pechera color violeta y en el rostro parecería que lleva un antifaz. Es muy común, se la observa en parques y jardines. Se la denomina así por el sonido que produce al trinar, es muy similar al que causa el martillo al golpear el metal. Otras especies comunes en la ciudad son el quinde de cola larga y el quinde gigante. Según Manuel Sánchez, de la Red Aves Ecuador, los quindes que viven en la zona urbana de Quito se han adaptado a los espacios pequeños de vegetación como plazas y parques. De acuerdo con Carrión, el colibrí más pequeño en Quito es el quinde bunga que mide entre 4 y 5 centímetros, mientras que el más grande es el quinde gigante, que mide 20 centímetros. Sin embargo, el tamaño estándar de los colibríes en la capital es de 8 a 9 centímetros. Además de sus pintorescos colores, lo que llama la atención de los picaflores es su forma de volar, pueden llegar a aletear hasta 120 veces por segundo. Lo que les ayuda a lograr este movimiento es su alimentación, el 90% de su dieta es el néctar de las flores, el cual es altamente energético y produce en estas aves un metabolismo bastante acelerado. Se alimentan de plantas que tienen colores llamativos, como rojo, anaranjado, azul, amarillo intenso, etc. Santander explica que en general las aves no tienen un buen sentido del olfato, de ahí que se guíen por su visión.   En las partes altas, las familias de plantas que más les gustan a los colibríes, como los zamarritos, son las ericáceas, como la flor del mortiño, las rubiáceas, como la flor del café y las bromelias, como la flor de la piña. Por lo general, llaman  más su atención las plantas que tienen las flores en forma tubular. Estas aves además del néctar, comen insectos, pero durante la época reproductiva cambian su alimentación, pues necesitan más proteínas para que los polluelos puedan crecer. Para Sánchez, lo que más amenaza a los colibríes, y a las aves en general, son las infraestructuras en la ciudad, sobre todo los ventanales porque estas aves no pueden ver a través de los vidrios y se chocan. Otra amenaza son los gatos que se encuentran en las calles. De acuerdo con Carrión, para conservar estas especies pintorescas y las aves, en general, son necesarios los espacios verdes para que encuentren alimento y refugio, de ahí que se deben cuidar los árboles y sembrar más de ellos. Santander recomienda sembrar en los jardines plantas que produzcan flores y que sirvan de alimento a los colibríes, como el farol chino. Ella trabaja para que el Camino de los Yumbos, ubicado en Nono y Nanegalito, sea declarada Área de Conservación y Uso Sustentable del Municipio. (I)  Datos El nombre científico del zamarrito pechinegro es ‘Eriocnemis nigrivestis’, proviene del griego ‘erion’ (lana o algodón) y ‘knemis’ (bota, por los zamarros blancos). Y del latín ‘niger’ (negro) y ‘vestitus’ (vestido, debido a la coloración oscura del plumaje en los machos). Los colibríes pertenecen a la familia ‘Trochilidae’ que significa “ave pequeña”. Habitan solo en el continente americano. Están ubicados desde el nivel del mar hasta los 4.800 metros.