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El Telégrafo
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Del Cerrito de Cuentos a los nuevos cuenteros

Claudio Ferraro (foto) y Aldo Méndez impartieron varias charlas en Guayaquil dentro de las primeras jornadas de la oralidad, que cierran mañana en La Fábrica.
Claudio Ferraro (foto) y Aldo Méndez impartieron varias charlas en Guayaquil dentro de las primeras jornadas de la oralidad, que cierran mañana en La Fábrica.
Foto: José Morán / El Telégrafo
21 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Hace dos años el Festival Un Cerrito de Cuentos cerró su ciclo de modo definitivo. Ya no vienen cuenteros de todo el mundo para instalar sus narraciones en distintos puntos de la ciudad. Su creadora, Ángela Arboleda, a través de la Corporación Imaginario, se ha propuesto enfocar sus esfuerzos en la creación de públicos y en la formación de una nueva generación de cuenteros. Así, el Cerrito no va más, pero en el futuro podrá retomarse con nuevos gestores.  

Todos los domingos de octubre, la primera generación de nuevos cuenteros se aventura a la narración de sus  historias individuales, que las  trabajan desde hace 8 años, cuando iniciaron a estudiar el arte de contar gracias a una beca que ganaron de Corporación Imaginario.

Angie Proaño inauguró el ciclo en El Altillo (Esmeraldas y 9 de Octubre). Sus historias son para niños y tienen como hilo conductor a un duendecillo, que tal vez sea solo producto de un sueño.

Emily Solís empezó a contar con  ‘El hombrecito de jengibre’, un cuento de Navidad. De a poco fue metiendo sus travesuras e interpretándolas frente al público. Y ahora, después de 8 años tiene historias propias, donde las princesas no son tan cautas, ni esperan a que las conquiste el “típico príncipe azul”.

Jordy Proaño, en cambio, estpa interesado en contar historias de barrios y de animales, como aquella tradición que se ha perdido en Guayaquil, cuando los hombres se enfrentaban a los lagartos.

Con el debut de la nueva generación de cuenteros, Corporación Imaginario programó las primeras jornadas de la oralidad, que hasta este sábado 22 de octubre, con una última función en La Fábrica (Urdesa, calle Segunda y Guayacanes), están enfocadas en el trabajo con docentes con la temática del miedo.

“El miedo puede ser una manera de paralizar, o de obligarte a crecer, porque solo cuando te enfrentas a tus miedos creces.

Estas jornadas son para entender que a través del arte se puede llegar a conceptos, incluso científicos”, dice Ángela Arboleda, quien anticipa que el próximo año el encuentro tendrá como enfoque la ciencia y la tecnología. (I)

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