Cuando se habla de poliamor (relaciones sentimentales consensuadas entre varias personas), no necesariamente se habla de algo fugaz, dice la psicóloga clínica María Asunción  Gálvez.        “Muchas de ellas duran meses, incluso años. Además hay mucho  compromiso entre ellos. No se deben confundir las relaciones fugaces con el poliamor”. Esta  supuesta crisis de la monogamia se debe, más bien, a una crisis de valores, argumenta Gálvez “El término ‘poliamor’ es tal vez lo reciente”. El ser humano es capaz de tener muchas formas de expresión del afecto con todo lo que implica. Lo de ahora es más público, más abierto.  Elisa Montero, de 33 años y directora de arte, dice que “un ser ama con energía a todo su entorno, solo que ciertos seres despiertan energía sexual”. Agrega que depende de la fuerza del amor propio entrar en este tipo de relaciones. Andrea Freire, de 29 años, dice que ahora se  piensa y se siente en función del placer y la libertad. “Hago lo que me place y amo a cuantas personas deseo. Nadie me pertenece ni yo le pertenezco a nadie, nos hacemos compañía, crecemos juntos, compartimos la vida”, dice. Al iniciar una relación como el poliamor ya de por sí hay armonía. Es decir, explica Gálvez, el hecho de que haya un consenso en cuanto al afecto entre varias personas ya es un indicador de ello. “La armonía es básica porque implica compartir”, dice Montero. “Está en entender que no solo somos hombre y mujer, si no humanos autónomos e independientes”. Freire, en cambio, indica que la comunicación y la ética son esenciales para que esa armonía se mantenga. “Necesita que el diálogo sea constante, que se hagan las preguntas necesarias, que se respeten las decisiones de la otra persona”. (I)       La palabra que genera controversia         “La visión del poliamor es más bien una forma ampliada del amor”, asegura la psicóloga Sandra Rivas.       Hay poca diferencia entre el amor monogámico y el poliamor porque este último se basa en pasión, cariño, armonía, compartir, amarse y amar. Pero carece de fidelidad y lealtades. Para Freire  hay que deconstruir la noción de propiedad privada. “Los amores no son propiedad de nadie. Quien lo da es libre de otorgarlo o quitarlo”. (I)