Macron se encamina hacia una clara victoria en legislativas en Francia
El presidente francés Emmanuel Macron se encamina a obtener una amplia mayoría parlamentaria el domingo, un resultado que le permitiría llevar a cabo las reformas prometidas y confirmaría la debacle de los partidos tradicionales en Francia.
Macron espera obtener en la segunda vuelta de las elecciones legislativas del domingo "una confirmación" de parte de los franceses tras su triunfo en mayo en las presidenciales frente a la candidata ultraderechista Marine Le Pen.
Con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el presidente más joven de la historia de Francia, de 39 años, tendría la vía libre para aplicar sus ambiciosas reformas con las que aspira a liberalizar el mercado laboral.
Según las últimas proyecciones, su movimiento político, La República en Marcha (LREM), aliado al centrista MoDem, obtendría entre 400 a 470 escaños del total de 577 de la Asamblea Nacional.
Mientras, los dos grandes partidos tradicionales de izquierda y derecha, el Partido Socialista y Los Republicanos, que han dominado la vida política francesa desde hace medio siglo, sufrirían un nuevo revés en las urnas.
El partido del presidente saliente, el socialista François Hollande, que controlaba hasta ahora la Asamblea Nacional con cerca de 300 diputados, obtendría apenas entre 15 y 40 escaños de los 577 totales.
Los Republicanos, con una proyección de entre 60 a 80 escaños, se convertirían en el principal partido de oposición, pero su margen de maniobra sería limitado.
Los electores rechazaron en la primera vuelta "todo lo que representaba el sistema anterior y quisieron apostar por algo nuevo", resumió el constitucionalista Didier Maus.
Pase lo que pase, la renovación de la Asamblea está garantizada, con apenas 222 diputados salientes que se calificaron para la segunda vuelta, la entrada en vigor de una ley contra la acumulación de mandatos y la emergencia de una nueva generación de candidatos.
En la primera vuelta de las legislativas, LREM encabezó los resultados, con 32,3% de los sufragios, por delante de la derecha (21,5%), la extrema derecha (13,2%), la izquierda radical (13,7%) y los socialistas (9,5%).
Sin embargo, su triunfo se vio empañado por un nivel de abstención récord de 51,29%, algo nunca antes visto en Francia en unos comicios legislativos desde la fundación de la Quinta República en 1958.
El portavoz del gobierno, Christophe Castaner, admitió que esta cifra, inferior de siete puntos en comparación a la misma elección en 2012, fue el gran "fracaso" de estos comicios.
El primer ministro Edouard Philippe urgió a sus tropas a permanecer movilizadas hasta el último minuto.
"Sé por experiencia que una elección no está ganada hasta el último día, incluso hasta el último minuto del último día", sostuvo el jefe del gobierno, quien llamó a los franceses a dar una mayoría al ejecutivo.
Frente al descalabro anunciado de los partidos tradicionales, sus líderes advierten sobre los peligros de tener un parlamento sin oposición.
"Tener una mayoría absoluta puede acarrear un riesgo de que no exista debate" en la Asamblea Nacional, advirtió el jefe de Los Republicanos, François Baroin.
En la misma línea, el líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, que obtuvo 19,6% de los votos en la primera ronda de las presidenciales del 23 de abril, urgió a los franceses a no otorgar a Macron un "poder absoluto".
"Somos nosotros la fuerza de oposición, si no lo hacen, van a terminar con un partido único y 570 circunscripciones Macron. ¡Es una locura! (...). Vamos a tener menos representantes de la oposición que en Rusia", afirmó el líder ultraizquierdista.
El ultraderechista Frente Nacional de Marine Le Pen obtendría apenas entre 1 a 6 diputados, un número insuficiente para crear un grupo parlamentario. (I)