Exmilitares argentinos fueron condenados a prisión perpetua por asesinato de obispo
Un tribunal argentino condenó este viernes a prisión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua al exgeneral Luciano Benjamín Menéndez y al excomodoro Luis Fernando Estrella por el asesinato del obispo católico Enrique Angelelli durante la última dictadura militar (1976-1983).
El Tribunal Oral Federal de La Rioja (a unos 1.150 kilómetros al noroeste de Buenos Aires) consideró a los dos exmilitares autores mediatos del asesinato de Angelelli, que se intentó hacer pasar por un accidente.
Menéndez, de 87 años, y Estrella, de 81, fueron también hallados culpables de la tentativa de homicidio de quien acompañaba al religioso, su amigo Arturo Pinto.
Los jueces revocaron la prisión domiciliaria de ambos y dispusieron que sean alojados en una cárcel común.
La causa contaba originalmente con cinco imputados, pero tres de ellos murieron antes del inicio del juicio: el exdictador Jorge Rafael Videla, fallecido en mayo de 2013, el exministro del Interior Albano Harguindeguy, muerto en octubre de 2012, y el expolicía Juan Carlos Romero, que falleció en septiembre de 2013.
Con el veredicto de hoy, Menéndez acumula ocho condenas a prisión perpetua en distintos juicios por delitos de lesa humanidad.
Angelelli murió el 4 de agosto de 1976 tras volcar la camioneta que conducía por una carretera de La Rioja.
En el momento de su muerte, Angelelli, que tenía 53 años, llevaba consigo un informe con las pesquisas que había realizado sobre el asesinato de dos sacerdotes y un laico a manos de militares.
El régimen militar trató de hacer creer que la muerte del obispo se debió a las lesiones sufridas por el accidente automovilístico cerca de la localidad riojana de Punta de los Llanos.
Angelelli y Pinto regresaban hacia la capital provincial tras una misa en la localidad de Chamical en recuerdo a los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, asesinados en julio de 1976.
Pinto declaró ante la Justicia que el vuelco del automóvil que conducía Angelelli fue provocado por otro vehículo que les persiguió y encerró y que, después del percance, tras recuperar la conciencia, vio el cuerpo de Angelelli fuera del vehículo con signos de lesiones en la nuca.
La necropsia confirmó que el prelado falleció de un golpe con un elemento contundente en el hueso occipital y que sufrió además la fractura de varias costillas, entre otras lesiones.
La causa fue archivada durante la dictadura, pero fue reabierta en 2006.
Durante la etapa de instrucción, la Justicia estableció que Angelelli fue asesinado porque estaba tras la pista de los homicidios de Murias y Longueville, crímenes por los que en diciembre de 2012 fueron condenados a prisión perpetua Menéndez, Estrella y el policía Domingo Benito.
Una de las pruebas clave presentadas en este juicio fue aportada por el Vaticano el mes pasado, cuando a petición del papa Francisco se desveló una carta y un informe enviados por Angelelli a la Santa Sede poco antes de su muerte.
En la carta remitida al nuncio apostólico Pío Laghi, el obispo denunciaba estar amenazado y en el informe ofrecía un relato detallado del asesinato Longueville y Murias.
"Estamos permanentemente obstaculizados para cumplir con la misión de la Iglesia. Personalmente, los sacerdotes y las religiosas somos humillados, requisados y allanados por la Policía con orden del Ejército", aseguraba en su misiva.
Además del obispo Angelelli, 19 religiosos desaparecieron o fueron asesinados durante el régimen militar en Argentina, entre ellos, las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.
Otros once religiosos fueron secuestrados, torturados y liberados y 22 más fueron detenidos, según organizaciones humanitarias, que cifran en 30.000 los desaparecidos durante la última dictadura.