El mandatario ha expresado su admiración por la gestión de Carlos Menem, acusado de corrupción
El grupo Macri maneja el poder político y económico de Argentina
Mauricio Macri le debe mucho a su padre. No solo porque construyó su carrera empresarial aferrado a su mano y a su billetera, sino porque se lanzó a la política para demostrarle que podía ser más poderoso que él. Primero como presidente de Boca Juniors, el club más popular del país; luego como jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y finalmente como presidente del país.
Mauricio nunca se llevó bien con su padre, Franco, un inmigrante italiano que construyó una de las corporaciones económicas más poderosas del país austral y que amasó su enorme fortuna haciendo negocios con el Estado, en especial durante la dictadura militar (1976-83). El vínculo filial siempre fue difícil, frío y competitivo.
En la biografía sobre Mauricio Macri ‘El Pibe’, la periodista y exlegisladora Gabriela Cerruti contó una anécdota de la niñez presidencial que refleja el vínculo entre ambos.
Padre e hijo se juntaban en el living de su casa a jugar ajedrez y el patriarca de la familia ganaba siempre. Una vez el padre estalló: “este pendejo pelotudo (un insulto duro en el Río de la Plata) no me va a ganar nunca”. Pero ese día finalmente llegó. Franco Macri, con el gesto adusto, se levantó de la mesa, dobló el tablero, guardó cuidadosamente las fichas y colocó el juego de ajedrez en el lugar más alto de la casa. Nunca más volvieron a jugar una partida.
Sin embargo, Mauricio tuvo lo mejor. Todos los lujos, la mejor educación (en el elitista Colegio Cardenal Newman), clases particulares con Diego Maradona para que le enseñara a jugar al fútbol , almuerzos con el expresidente constitucional Arturo Frondizi (1958-62) para formarlo políticamente y hasta cursos personales sobre la escuela liberal austríaca dictados por el exministro de Economía, Álvaro Alsogaray, considerado el ‘padre’ del neoliberalismo argentino. Allí abrevó Mauricio sus ideas económicas.
Con Mauricio Macri –graficó Cerruti– “la derecha argentina, por primera vez, tiene un cuadro nacido y criado” para ser presidente.
Franco moldeó entonces a Mauricio como empresario, sumándolo a sus compañías del Grupo Macri, el poderosísimo holding familiar que dominó el país austral en las últimas tres décadas. Las peleas fueron constantes, pero la familia salió adelante a los tumbos con algo fuerte en común: los negocios. “Con los Macri se ve el poder permanente que duró todos estos años y es el que realmente toma las grandes decisiones económicas y, en muchos casos, políticas del país: y es el poder de los empresarios. La historia del grupo Macri es como Fiat en Italia: las decisiones del Estado muchas veces tienen que ver con lo que necesita la empresa en diferentes momentos”, graficó Cerruti.
La incursión en la política y el capitalismo salvaje
Pero toda esta vida de desmesura, negocios y preparación política no sirvieron para unir a los dos Macri. Ni siquiera el secuestro que sufrió Mauricio el 24 de agosto de 1991 –cuando estuvo privado de su libertad 12 días- pudo cambiar esa relación. “Fue toda una pesadilla. Algo en mí cambió para siempre”, rememora Macri sobre el secuestro. Su padre pagó $ 6 millones de rescate y fue liberado. Sus captores, casi todos policías, fueron capturados y condenados a penas de entre 10 años y prisión perpetua.
Ese hecho marcó paradójicamente el comienzo de su carrera política. Hasta entonces Mauricio era conocido como ‘el hijo de …’. Y entonces se impuso superar a su padre y se lanzó a la presidencia de Boca Juniors con la ayuda de periodistas amigos. Finalmente ganó las elecciones y se convirtió en presidente del club de sus amores en 1995. Se fue de allí recién en el 2007, dejando atrás un club súper-ganador a nivel local e internacional, pero también muchos puntos oscuros.
“La gestión de Macri fue exitosa en materia deportiva pero con una visión empresarial y de capitalismo de amigos en un país donde los clubes tienen una histórica misión social. Reformuló los estatutos del club y obligó a presentar avales económicos a los candidatos a presidente y tercerizó casi todos los negocios como operaciones de venta de jugadores y derechos de imagen, TV y publicidad”, dice a EL TELÉGRAFO el columnista deportivo del diario La Nación, Ezequiel Fernández Moores.
En esos años, Mauricio estuvo profundamente vinculado con el ‘menemismo’, la gestión del entonces presidente neoliberal peronista Carlos Menem (1989-99) que copió el modelo de Alsogaray, uno de los ‘maestros’ de Macri. Fue una década de capitalismo salvaje, con una corrupción galopante, negocios con empresarios amigos (entre ellos los Macri) y un país dividido en dos: los ganadores y los perdedores de un modelo que terminó de explotar en la crisis social de diciembre del 2001 bajo la presidencia de Fernando de la Rúa (1999-2001). Menem fue ‘el gran transformador’ afirmó entonces Mauricio.
Ya estaban sentadas las bases de su irrupción en la política: Mauricio fundó entonces su partido Propuesta Republicana (PRO), de las cenizas de la Unión del Centro Democrático (Ucede), de Alsogaray y llegó al Congreso como diputado en el 2005. Dos años después dio el salto a la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires (2007-2015) que le sirvió de trampolín para la presidencia.
Pero en su carrera política tuvo un opositor acérrimo, su propio padre, que no se cansó de elogiar al ‘kirchnerismo’ cuando su propio hijo era el principal candidato a presidente de la oposición y el patriarca pedía ‘continuidad’ en el modelo económico.
Mauricio había aprovechado una alianza de su partido con el ala conservadora de la tradicional Unión Cívica Radical, otras agrupaciones menores y el sector más conservador y monopólico de la prensa para arrebatarle el poder al ‘kirchnerismo’, golpeado por casos de corrupción y errores económicos que polarizaron la elección
Y lo que no pudo la familia ni la política lo lograron otra vez los negocios. Mauricio y Franco se reconciliaron tras la asunción presidencial. Ahora el grupo Macri maneja el poder político y económico de Argentina. (I)
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21 de los 23 distritos del país austral no iniciaron clases por paro de docentes
Los docentes argentinos marcharon en forma masiva ante el Congreso nacional y paralizaron el inicio del ciclo lectivo con una huelga nacional de 48 horas en demanda de un reajuste salarial. La medida finalizará hoy en coincidencia con otra movilización contra la política económica y de ajuste del presidente Mauricio Macri convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT).
La marcha obrera promete sentar las bases del primer paro general contra el gobierno para la primera quincena de abril, en el marco de una crisis económica que el gobierno asegura que ya quedó atrás. “Así va a ser”, dijo uno de los líderes de la CGT, Carlos Acuña (foto), orador en el acto de los docentes, cuando se le exigía a gritos un “paro general”.
La secretaria general de la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), Sonia Alesso, aseguró que “emociona este parazo nacional que hemos garantizado los cinco gremios del país.
Esta marcha, de más de 50.000 maestros, debe hacer reflexionar al gobierno”, indicó.
Las aulas lucieron vacías en 21 de los 23 distritos del país austral. Decenas de miles de docentes se movilizaron hacia la sede del Parlamento convocados por los distintos gremios del sector, en lo que se convirtió en una de las más masivas protestas del año contra el régimen. Desde el Congreso, la marcha se dirigió al ministerio de Educación.
“El motivo del paro es la no convocatoria del gobierno nacional a paritaria federal docente (negociaciones colectivas de salarios). Nosotros la solicitamos, la reclamamos y es una obligación que el gobierno nacional tiene por ley”, dijo el secretario general del Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop), Mario Almirón.
El gobierno evitó convocar a la partitaria docente y fijó en forma unilateral un aumento salarial con un piso del 18%, ajustable a la inflación y en cuotas. Los docentes, que revindican un aumento del 35%, rechazaron la oferta y ratificaron la medida de fuerza.
En tanto solo hubo clases en dos provincias, Santiago del Estero y San Luis, en el nordeste y centro del país y en algunos colegios de la provincia de Jujuy, frontera con Bolivia. Allí, desde una escuela de la localidad de El Volcán, afectada en los últimos meses por un alud, Macri inauguró el ciclo lectivo 2017 a pesar de que en la enorme mayoría de los distritos las escuelas permanecieron vacías. (I)