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Colombia: sacerdotes pagaron a sicarios para que los mataran

Colombia: sacerdotes pagaron a sicarios para que los mataran
14 de febrero de 2012 - 13:47

Dos sacerdotes católicos colombianos, asesinados por pistoleros hace un año en Bogotá, habrían realizado un pacto de muerte y pagado a los sicarios por su propio crimen, reveló la Fiscalía General este martes.

Rafael Reátiga, 35 años, y Richard Píffano, 36 años, aparecieron baleados dentro del vehículo de uno de ellos en una calle del sur de Bogotá el 27 de enero del 2011, en un aparente hecho de asalto, según la hipótesis inicial de la Policía.

El primero de ellos pertenecía a la Diócesis de Soacha, población vecina a Bogotá, y el otro a la de Fontibón, en la localidad bogotana del mismo nombre.

Los prelados católicos habían hecho saber que "iban a pagar su muerte", dijo la fiscal Ana Patricia Larrota durante una audiencia en la que imputó cargos a dos hombres capturados como presuntos responsables del crimen y que, según la investigación, recibieron como pago 15 millones de pesos (unos 8.435 dólares).

Larrota, fiscal de la Unidad Antiterrorismo de la Fiscalía General, reveló que a uno de los sacerdotes se le había ordenado un examen médico que se les practica "a las personas que, al parecer tienen sífilis".

Además, este mismo religioso era portador del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), agregó la fiscal, e indicó que ambos intentaron días antes suicidarse con la simulación de un accidente de tráfico en un despeñadero cerca de Bucaramanga (nordeste).

La funcionaria judicial indicó que las barandas de contención a la vera de la carretera les impidió llevar a cabo el plan, por lo que lo que concluyeron que "la única opción (que les quedaba) era encontrar una persona que les cegara sus vidas".

La misión la contrataron con Isidro Castiblanco Forero y Gildardo Peñate Suárez, conocidos con los alias de "Gallero" y "Gavilán", respectivamente, señaló Larrota, quien les imputó hoy cargos por homicidio agravado.

Las comunicaciones telefónicas hechas por los sacerdotes antes del crimen permitieron a los investigadores identificar a los presuntos sicarios, quienes utilizaron dos armas de fuego para cometer el doble homicidio.



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