Expertos en clima recomiendan prácticas agrícolas tradicionales
Los hábitos de producción y consumo de alimentos deben cambiar para frenar el calentamiento global. Así lo estipula un informe de expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que evalúa los efectos del cambio climático en los suelos.
El último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), reunido esta semana en Ginebra, recomienda adoptar nuevos métodos de cultivo y cambiar los hábitos alimentarios. Por ejemplo, reducir el consumo de carne.
El estudio La Tierra y el Cambio Climático, publicado ayer, orienta a los gobiernos sobre cómo cumplir el acuerdo de París 2015 con vistas a la conferencia sobre clima prevista para finales de este año en Chile.
Desde la era preindustrial, la temperatura de la superficie de la Tierra aumentó de 0,87°C a 1,53°C. La subida del nivel del mar también está incrementando la presión sobre los suelos, señala el informe, cuya versión resumida consta de 60 páginas y está destinada a los responsables políticos. Los expertos han analizado la relación que existe entre los terrenos de cultivo, la seguridad alimentaria y el cambio climático.
Cualquier escenario que limite el calentamiento global a menos de 2°C de aquí a 2100 “requiere cambios de uso de las tierras”, concluye el informe, aprobado por 195 países, entre ellos Suiza, tras 28 horas de discusiones. El IPCC recomienda reducir el consumo de carne en favor de una dieta basada en alimentos de origen vegetal.
Dieta balanceada
Antes de hacerse público el informe del IPCC, los activistas de Greenpeace en Suiza se congregaron fuera del lugar de la reunión y levantaron una pancarta que decía: “Menos carne = Menos calor. Actuemos por el Clima Ya”.
“Algunas dietas requieren más agua y más tierra, y causan más emisiones de gases que aumentan el calentamiento global. Las dietas balanceadas con más alimentos a base de granos, legumbres, frutas y verduras, y con alimentos animales producidos de manera sostenible, presentan oportunidades para limitar el cambio climático”, revela la experta Debra Roberts.
Se estima que estos cambios alimentarios contribuirían a liberar millones de kilómetros cuadrados de tierras de cultivo y a reducir emisiones que totalizarán hasta 8 gigatoneladas de CO2 para 2050. Más del 70% de la superficie terrestre se utiliza para satisfacer las necesidades de la población.
Desde 1961, la producción per cápita de aceites vegetales y carne se ha más que duplicado. Y la tasa de calorías aumentó un tercio. Mientras, cerca de 830 millones de personas padecen desnutrición y 2.000 millones, sobrepeso.
En contraparte, según el informe, se derrocha entre un 25% y 30% de la comida que se produce en el planeta, mientras 820 millones de personas en el mundo pasan hambre, por lo que combatir este problema puede rebajar las presiones para reducir bosques y aumentar el suelo agrícola, lo que a su vez ayudaría a reducir las emisiones de CO2 (principal gas causante del efecto invernadero).
Proponen, por ello, retomar prácticas agrícolas, ganaderas y silvícolas de las poblaciones indígenas tradicionales, ya que según el documento “su experiencia puede contribuir a los desafíos que presentan el cambio climático, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad y el combate de la desertización”.
Reducir la desigualdad, aumentar los salarios y asegurar el acceso a la comida en regiones donde la tierra ya no produce, también influye en adaptarse a los impactos negativos del cambio climático, puntualizan los expertos. (I)