Argentina sorteó con nerviosismo, quejas y dudas su “Día D” en el mercado cambiario. La influyente clase media tiene desde ayer una rendija abierta, con límites bien marcados, para comprar dólares para atesoramiento. La medida terminó con dos años de prohibición impuesta por el llamado “cepo” cambiario, que hasta ahora permitía a los particulares la adquisición de divisas solo para turismo en el exterior.

Pero no todos están autorizados a adquirir divisas para ahorro. Solo quienes ganan al menos dos salarios mínimos (7.200 pesos, o 900 dólares al cambio oficial y 600 en el paralelo) podrán destinar el 20% de sus ingresos mensuales a la compra de la moneda norteamericana. En la práctica se trata de una flexibilización del “cepo” ya que la compra y venta seguirá regulada. Además, quienes ya posean pesos en cuentas bancarias no podrán transformarlos en dólares en forma automática: solo podrán comprar divisas mes a mes mediante la cuota establecida por el gobierno.

Cada aspirante debe pedir autorización en el sitio web de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que permitirá la operación tras cruzar el pedido con su base de datos. El organismo dará vía libre a un máximo de compra mensual equivalente al 20% del ingreso declarado por el contribuyente. El tope máximo de los salarios más altos será de 2.000 dólares. Pero cada compra será gravada con un 20% por concepto de adelanto de impuestos a las ganancias, salvo que el comprador deposite esos dólares durante un año en una cuenta bancaria.

Muchos argentinos realizaron el trámite ante la AFIP. Pero los bancos y casas de cambio no vendían dólares argumentando que necesitaban al menos 24 horas para adecuarse al nuevo sistema, provocando algunas protestas.

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner quiere desalentar el mercado cambiario paralelo que llegó a cotizar la divisa estadounidense a 13 pesos el jueves pasado, cuando se produjo la devaluación de la moneda nacional del orden del 8%, la mayor en un solo día desde 2002. La devaluación del peso supera el 23% en lo que va del año. El dólar en el mercado oficial se cotizaba ayer a 8,05 pesos (más el 20% de gravamen), pero el paralelo llegaba a 12,25, un aumento del 4,8% con relación al cierre del viernes .

La presidenta Fernández, desde Cuba y a través de su cuenta de Twitter, contó que había hablado con su par brasileña, Dilma Rousseff, sobre las “presiones especulativas sobre los tipos de cambio de los países emergentes. Parece que algunos quieren hacernos comer otra vez sopa pero con tenedor”. Y agregó: “Los bancos. Solo a través de ellos se pueden hacer todas las maniobras especulativas de los mercados. Con la complicidad, claro, de grupos económicos exportadores e importadores, entre otros”.

El Banco Central lanzó una Letra (bono) para atraer los nuevos fondos en dólares que circularán en el mercado, con un interés del 4% anual para los bancos que suscriban ese instrumento, que solo podrá comprarse con los plazos fijos en moneda extranjera que realicen los clientes de esas entidades crediticias. Por ello, los bancos estarán obligados a ofrecer a sus clientes una tasa mínima anual del 3,4% por sus depósitos en dólares a 365 días.

Las medidas serán acompañadas por un alza en la tasa de interés en plazos fijos en pesos. La idea es absorber los pesos del mercado para quitar presión al dólar paralelo. Mañana, el Banco Central licitará Letras con intereses de hasta el 25,52% anual para depósitos a 70 días y 25,89% para los de 90 días, un índice acorde con las mediciones inflacionarias privadas. El gobierno reconoce una inflación anual que ronda el 10%.

Pero, ¿por qué los argentinos quieren comprar dólares? Durante décadas el dólar ha sido un refugio seguro ante las periódicas crisis económicas y los procesos inflacionarios. Las tasas de interés en depósitos a plazo fijo en pesos están por debajo de la inflación, por lo que la clase media recurría al mercado negro para sortear el “cepo” y adquirir divisas estadounidenses. Se estima que los argentinos guardan unos 140.000 millones de dólares en cajas de seguridad o simplemente en el “colchón”, la mayoría no se ha declarado ante el fisco.

Las nuevas medidas no lograron aplacar el enojo de la clase media, que dio la espalda al gobierno en las elecciones legislativas de octubre. Estas compras a cuentagotas y con un tope establecido no suponen el fin del “cepo”, sino una flexibilización en el marco de un complejo panorama económico con una alta inflación y una fuerte caída de las reservas internacionales (hoy de un poco más de 29.000 millones cuando hace tres años eran un 41% más).

Los pobres, que alcanzaban el 55% de la población en 2003, cuando asumió el fallecido expresidente Néstor Kirchner, viven a su vez ajenos a los ajetreos del dólar, más preocupados por lograr su inclusión social y mantener su fuente de trabajo. En la última década millones de argentinos lograron salir de la pobreza por la fuerte recuperación del empleo y planes sociales, pero la inflación aún sigue siendo su peor enemigo.

“Hay que ver de esta devaluación cuánto se traslada a los precios. Puede ser muy importante, porque cuando devaluás, con expectativas inflacionarias tan altas, sin nada de capacidad instalada ociosa y bajo desempleo, todas las condiciones están dadas para que se traslade a los precios”, dijo el presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio.

Las medidas no implican un cambio sustancial en la vida de los jóvenes ecuatorianos que estudian en el país y reciben remesas que suelen cambiar en el mercado negro. Tampoco se verán reflejadas en el turismo argentino a Ecuador, ya que sigue vigente la venta de divisas para viajes al exterior, del orden 101 dólares diarios, con un gravamen del 35% sobre el valor oficial.