Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Con la Escuela Democrática Miguel de Santiago arranca el proceso de construcción del arte moderno

Los primeros artistas liberales

Los primeros artistas liberales
06 de septiembre de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Desde mediados del siglo XIX, se experimentaron cambios en el arte ecuatoriano, cuando aparecieron nuevos actores, espacios y circuitos culturales. Podemos considerar que la segunda mitad del siglo XIX fue una fase de transición entre un arte basado en encargos de tipo religioso y un proceso de desacralización que paulatinamente se impuso.

El giro de tuerca se originó en la pintura: en 1849, el pintor francés Ernest Charton tocó accidentalmente las costas del Ecuador y al llegar a Guayaquil se dedicó a elaborar paisajes al óleo para sobrevivir. Su estancia le permitió ejecutar algunos paisajes del puerto, de los cuales se conocen cinco o seis, actualmente en manos de coleccionistas nacionales y extranjeros. Con el dinero obtenido viajó a Quito donde contactó con el círculo de la familia Salas, afamados pintores de la vieja escuela de artistas formados en talleres, de quienes quedó absolutamente impresionado por la destreza en la ejecución de sus obras. Observó que los pintores y escultores quiteños realizaban sus trabajos de memoria, lo que fue acicate para formar un Liceo de Pintura que lo bautizó con el nombre de Miguel de Santiago, en tributo al gran artista quiteño del siglo XVII.

El Liceo se transformó en la Escuela Democrática Miguel de Santiago, en acto público celebrado el 6 de marzo de 1852, por conmemoración de los siete años de la Revolución Marcista; es decir, en su creación hubo un trasfondo político de inspiración liberal. En el discurso inaugural, Fernando Polanco, vicepresidente de la Escuela Democrática Miguel de Santiago, hizo un llamado a sus compañeros para que se igualen las diferencias sociales desde el ejercicio de la ciencia y el arte: “no distingamos más clases que las de la virtud y el talento: amalgamemos los partidos y opiniones públicas: una sola es la suerte del hombre –su dicha”.[1]

Los artistas liberales de la Escuela Democrática creían que la felicidad de los pueblos se basaba en el pleno ejercicio de las libertades republicanas. El socio J. Francisco Gómez de la Torre, en vibrante alocución, destacó que el pensamiento democrático “llegará a ser la palanca que levante al pueblo a la cumbre de la civilización, donde ya no pueda ser el juguete de un puñado de hombres que en la apariencia toman el esplendoroso manto de la Libertad”.[2] De esta forma, el primer intento asociativo de los artistas e intelectuales quiteños, a mediados del siglo XIX, estuvo matizado por las condiciones políticas imperantes que proclamaban la libertad y la igualdad como principios universales para ser y crear, al tiempo que repudiaban cualquier forma de tiranía.

Con la Escuela Democrática Miguel de Santiago arranca el proceso de construcción del arte moderno en el Ecuador. Aunados por un espíritu liberal nacionalista, estos jóvenes artistas e intelectuales instituyeron un embrionario proyecto de transformación de las conciencias que germinaría en los espacios ilustrados, en coincidencia con las luchas ideológicas y políticas de los liberales.

Cinco años subsistió la Escuela Democrática Miguel de Santiago (1852-1857), durante los cuales se organizaron exposiciones y concursos, como el que ganó Luis Cadena, en 1852, con su óleo ‘Hilandera campesina’. Según el jurado conformado por Antonio Salas, José Páez y José Ildefonso Páez, el principal mérito de su obra fue “representar las costumbres del país”.[3]

Historiadores del arte

La referencia al tema de las costumbres nacionales nos lleva a aquello que los historiadores del arte llaman costumbrismo, entendido como un género literario que trasladado a las artes plásticas, describe los aspectos llamativos o pintorescos de la vida diaria de las comunidades. El lenguaje costumbrista se relacionaba con la búsqueda de las especificidades culturales de los grupos humanos, especialmente en la representación de los tipos nacionales, repertorio harto conocido en los óleos, acuarelas, fotografías e ilustraciones que circulaban en el Ecuador a mediados del siglo XIX, para satisfacer un mercado del exotismo que, especialmente en Europa, consumía imágenes que abonaban a la construcción discursiva del otro: América Latina, al igual que Asia y África, eran los continentes donde la civilización y el progreso aún no habían llegado, territorios del contraste y la extrañeza, atractivos y codiciados emporios de riqueza y belleza natural.

Con el correr del siglo, la producción de estas imágenes de pequeño formato se multiplicó en las ferias de las ciudades ecuatorianas.  Estos souvenirs destinados al consumo de lugareños y forasteros, resultaron tan importantes que los artistas se identificaron con ellos, en la búsqueda de un arte que salió de los claustros y se acercó al descubrimiento de la individualidad creadora, como consecuencia de la recepción de los nuevos valores artísticos que provenían de Europa y que se centraban en la libertad, la originalidad y el reconocimiento de la autoría.

Pero la transformación de los valores estéticos en la sociedad ecuatoriana no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana. Tampoco fue producto del liberalismo radical, como sostienen ciertos autores. Fue más bien el resultado de un proceso de modificación de las sensibilidades que se profundizó con el establecimiento de las primeras academias por iniciativa de los propios actores culturales. (O)

[1]Sociedades Democráticas de Ilustración, de Miguel de Santiago y Filarmónica, Quito, Banco Central del Ecuador, 1984, p. 10.

2 Ibídem, p. 25.

3 Ibídem, p. 38.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media