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Aguas Calientes, el recinto con 'curaciones termales' en lo alto de la montaña

Los turistas pueden disfrutar de las aguas termales y de la gastronomía de la zona.
Los turistas pueden disfrutar de las aguas termales y de la gastronomía de la zona.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
18 de febrero de 2017 - 00:00 - Edward Lara Ponce

En las cercanías de la cordillera Molleturo se levanta el recinto Aguas Calientes, un sitio que por más de 60 años ha sido visitado por sus aguas termales, a las que se les atribuyen propiedades curativas.

La comuna, que pertenece a la parroquia Jesús María, del cantón Naranjal, es de clima seco tropical y seco subtropical y está rodeado de abundante flora. Los sonidos de la diversidad de animales que posee se funden con la caída del agua a las piscinas de los 7 complejos.

Martha Espejo López nació en Aguas Calientes hace 56 años. Siempre ha estado vinculada a la naturaleza y a las aguas termales. Su abuelo, Luis  Felipe López, afligido por el reumatismo que padecía su esposa, llegó a la cima de la montaña. Abrió camino con machete y maquinaria para encontrar la fuente de agua y dar alivio a su amada.

Con el tiempo López vendió la propiedad a la familia de Gladys Espinoza. Ahora, Martha trabaja para ella. Le vende comida y le acompaña en las piscinas.

Espinoza menciona que este sitio  fue destruido por el fenómeno de El Niño en 1998. “El lugar quedó devastado por las intensas lluvias de ese temporal”.

La mujer enviudó hace 4 años y desde entonces, tanto por la nostalgia como porque deambula uno que otro antisocial, prefiere no quedarse ahí en las noches.

A pocos metros de este  balneario en una carpa algo amarillenta debido al paso del tiempo, con un mandil verde de enfermero, espera Víctor Del Pezo Salcedo para atender a los creyentes de las teorías de energía curativa.

Este hombre delgado, de 56 años, cuenta que un accidente en moto lo dejó al borde la muerte, pero que, gracias a sus familiares que lo llevaron a las piscinas de aguas termales, se recuperó.

El percance le hizo cambiar su forma de ver la vida. Aprendió reflexología y asistió a los cursos sobre medicina ancestral que dicta el Ministerio de Salud Pública (MSP).

Con esos conocimientos atiende en ese sitio a quienes buscan terapias alternativas para sus males. El espacio funciona de jueves a domingo, de 09:00 a 17:00, el resto del  tiempo pasa en su natal Guayaquil,  donde reside junto a su familia.

“Tengo un convenio especial con los dueños de las piscinas: traigo personas para que se bañen en estas aguas ricas en minerales mientras que ellos tienen a un profesional en medicina no tradicional. Esto permite ganar dinero a ambas partes”.

Si los malos hábitos alimenticios se mantienen, no se descansa y no se hace ejercicio, el trabajo de sanación queda incompleto, reflexiona el hombre. Comenta, también, que el costo de un tratamiento que dura 40 minutos es de $ 15.

Apoyo al turismo

El alcalde de Naranjal, Carlos Chica, dice que quienes trabajan en este lugar han recibido capacitaciones en gastronomía y en atención al cliente para impulsar el turismo.

Con esa capacitación la inversión privada llegó a este sitio ubicado a 20 minutos de Naranjal y a 70 minutos de Guayaquil.

Para Carmen Lavayen este es un sitio hermoso por la infraestructura y por los bajos costos de ingreso a los balnearios que le permiten visitarlos junto a su familia: $ 2 para los adultos y $ 1 para los niños.  

“Somos del recinto Estrella, y por pedido de nuestros hijos que estudian en la escuela Medardo Ángel  Silva vinimos a este lugar”.

La comuna San Miguel, a solo 7 kilómetros de la cabecera cantonal de Naranjal, también es un sitio ideal para el turismo. Ahí se puede practicar ciclismo de montaña, realizar caminatas y tomar baños termales, cuenta Rosa Molleturo.

La mujer, de 29 años, tiene 5 hijos, y asegura que el lugar es especial porque las piscinas están a pocos metros de las aguas frías del río San Pedro.

Gracias a esto es más frecuente encontrar a turistas en especial de Guayaquil. La capacitación a quienes son parte del complejo turístico  impulsó la idea de implementar ahí sitios de hospedaje.

Con ellos se garantiza un mayor número de visitantes que puedan disfrutar de la naturaleza y que admiren el correr del agua del río. “Es un ambiente muy especial”.

Agregó que ya se trabaja para contar con más espacios para que los turistas puedan pernoctar e incluso quedarse varios días.

“Ahora arreglamos la casa comunal, ofrecemos comida típica y la mejor atención posible en un ambiente tranquilo y sin los cotidianos ruidos que tiene una urbe”.

Aunque el mayor problema de este atractivo turístico es la accesibilidad. Los automotores deben sortear un camino estrecho y sin asfaltar. Además se requiere un puente para no atravesar un río.

“No es profundo, pero en invierno puede cambiar, volverse correntoso y hondo. Sin duda este sitio además de ofrecer un ambiente agradable y muy natural aporta ‘curas milagrosas’.(I)    

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