Anexión de Galápagos al Ecuador
La belleza natural que presentan nuestras Islas Encantadas, no solamente es la magia que fascina a los turistas, nacionales y extranjeros. También es un punto geoestratégico y espacio ideal para el desarrollo científico.
Este paraíso fue descubierto el 10 de marzo de 1535 por el fray dominico español Tomás de Berlanga, que en ese entonces era obispo de Panamá y que al recibir la orden directa del rey Carlos V de viajar a Perú para mediar los pleitos entre los conquistadores, el barco desvió su trayectoria hacia el oeste, por la fuerza del viento, de modo que fue a parar en unas islas extrañas y deshabitadas que nada motivaron a los españoles para su colonización. Más bien fueron los piratas británicos, franceses y holandeses quienes ocupaban las islas como refugio, punto de abastecimiento de agua y tortugas y para la repartición del botín. Incluso levantaron mapas del archipiélago, al igual que algunos geógrafos españoles en tiempos de la colonia.
Con la formación de la República, en 1830, el general de origen norteamericano José María de Villamil y Joly, héroe de la independencia y casado con la dama guayaquileña Ana Garaicoa y Llaguno, tenía noticias sobre las islas de dos amigos ingleses que pasaron por allí: los marinos Thomas Wright y Juan Illingworth. Además, Villamil veía cómo los balleneros estadounidenses se proveían de agua, cuero de lobos marinos y las tortugas “galápagos”, que dieron el nombre a las islas. Estas imágenes motivaron su espíritu aventurero hacia la colonización del archipiélago, dado que para esa época ningún gobierno extranjero se apoderó –todavía- de este lugar paradisíaco, pues para esos años ya estaban en la mira de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
En 1831, Villamil hacía viajes furtivos en busca de la orchilla, una planta que se utilizaba en las tinturas y que se exportaba a México. Por su capacidad de liderazgo, en ese mismo año formó la Sociedad Colonizadora del Archipiélago de las Galápagos, y con esto presentó al presidente Juan José Flores el proyecto de incorporar Galápagos al Ecuador. El proyecto fue respaldado sin ningún reparo. La primera comisión enviada por el Gobierno para la anexión y colonización zarpó de Guayaquil el 20 de enero de 1832, al mando del coronel Ignacio Hernández. La ceremonia de incorporación legal se llevó a cabo el 12 de febrero de ese mismo año, con la presencia de algunos capitanes de los barcos balleneros que fueron invitados en calidad de testigos. En ese día se izó la bandera nacional con el nombre de Archipiélago del Ecuador, dando el nombre a la isla como Floreana, en homenaje al presidente que tuvo el acierto de apoyar esta gestión.
Villamil viajó a Galápagos seis meses más tarde con el nombramiento de gobernador. Luego de la Floreana, fundó las primeras colonias en las islas Santiago, Santa Cruz y San Cristóbal. También llevó ganado vacuno, caballar y lanar a los lugares donde había pasto natural. Rocafuerte presionó a Villamil para que abandone el Archipiélago en 1837. Cumplió, pero regresó nuevamente con la misma función de gobernador en 1842, esta vez con dos proyectos adicionales: la cacería de ballenas y la explotación del guano, abono que nunca se encontró en el lugar. Por su espíritu soñador, y a veces ingenuo, se sabe que Villamil quiso explotar la ganadería con mayor intensidad, pero al final el plan acabó con su fortuna, creando en él frustraciones y desesperanza.
En el contexto científico, se recuerda que en 1835 el naturalista inglés Charles Darwin pasó cinco semanas en el Archipiélago, embelesado por la fauna y flora del lugar, especialmente por las especies endémicas. Esto fue parte y razón para que sus anotaciones hayan formulado la tan discutida Teoría de la evolución.
Con el tiempo, nuestras Islas fueron habitadas poco a poco, incluso la Isabela fue cárcel para los malhechores ecuatorianos. En 1973 se convirtió en provincia y hoy en día ostenta los títulos de Parque Nacional, Patrimonio Natural de la Humanidad, Reserva de la Biósfera y Reserva Marina. Pero, sobre todo, Galápagos es una de las imágenes más bellas por las que el mundo le conoce al Ecuador.