La “Mini Tri” replicará el duelo de España, pero en Sangolquí
El mismo duelo futbolístico que hoy se dará en Europa entre Ecuador y Colombia, y a la misma hora local (12:00), lo reproducirá en el Valle de los Chillos la “Mini Tri” ante los “cafeteros”.
Para ello entrenaron en la Casa de la Selección, donde cumplieron una jornada vespertina de algarabía.
Sin las cámaras ni micrófonos, los seleccionados disfrutaron del trabajo en el gramado que poseen al nororiente de la capital.
No hubo lluvia, pero el frío fue perceptible. La temperatura no superó los 10ºC. Por eso varios tricolores prefirieron el pantalón al short. Con el sonido del pito se inició la tarea.
Los tres goleros apartaron el arco sur para ensayar junto a su preparador, Francisco Reinoso. El resto de la cancha fue para los 21 jugadores que recibieron indicaciones del técnico Sixto Vizuete.
Con aros y un banco, Johan Padilla, John Jaramillo y Freddy Carcelén perfeccionaron sus reflejos bajo los tres palos. Con un solo pie debieron atajar los potentes remates que “Panchito” lanzó. En el otro arco, defensores, volantes y atacantes alistaron la táctica. Después de 60 minutos hay un receso para hidratarse.
Entonces el humor inunda el gramado principal de la Casa de la Selección. El “profe” Sixto ordena afinar la puntería y surgen las apuestas. Un dólar por gol propone el preparador físico Hólger González.
El trato lo acepta Édder Fuertes, Mario Pineida, Dixon Arroyo, Renato Ibarra y Dennis Quiñónez. Comienzan los disparos y todos fallan, mientras a carcajadas ríe González.
Pero los jugadores logran recuperarse. Están más concentrados y uno a uno envían la pelota al fondo de las redes. Saldan las cuentas. González es quien pierde. “Verá, profe, me debe 2 dólares”, le recuerda entre risas Arroyo, mientras vuelve a refrescarse.
Otra vez todos se reúnen en el centro de la cancha y empieza la cuenta regresiva. Uno, dos, hasta nueve y el grito emocionado de Ecuador retumba entre los muros de tierra. La rutina la repiten distintos muchachos mientras cambian de ejercicio para aflojar la musculatura. Hay voces fuertes y débiles, pero todas se replican en un eco, que despierta la emoción de los jugadores. Solo ellos y el cuerpo técnico están en la cancha. No hay nadie más. La oscuridad de la noche de a poco se apodera del césped. Hay un silencio sepulcral. Su vecino es el cementerio de Monte Olivo.(VNH)