Rosado contuvo el aliento 180 metros bajo el agua
Alfredo Rosado abrió tanto la boca para “alimentarse” de oxígeno, que parecía que deseaba comerse el mundo. Cerró los ojos, se concentró, y comenzó a empaquetar -enviar el aire al estómago y pulmones, como si se tratara de dos compartimientos- y, tras los tres minutos de preparación dados por el juez, el apneísta (buzo a pulmón) se sumergió.
Su mente estaba en blanco, la tranquilidad invadió su humanidad y se dedicó a escuchar el sonido casi imperceptible de su cuerpo deslizándose bajo el agua, mientras sus piernas, cadera y brazos emulaban el movimiento de los delfines.
Así comenzó la prueba de dinámica con equipo (modalidad que consiste en recorrer la mayor distancia en piscina con una monoaleta -aleta en la que se colocan los dos pies juntos-).
Llegaron los primeros 50 metros (1 piscina) y Alfredo Rosado mantenía su ritmo, luego cayeron los 100, los 150 y finalmente los 180.
Al salir se retiró una máscara negra de su rostro pecoso y la colocó sobre su cabello castaño con destellos platinados. No tembló, miró al juez de prueba a los ojos y dio el OK juntando su dedo índice con el pulgar. La prueba se dio por superada y los aplausos de sus compañeros invadieron una semi-vacía piscina Olímpica el domingo pasado.
Con esta distancia, realizada en dos minutos, Alfredo se clasificó a su sexto mundial (4 de apnea, 1 de béisbol y 1 de judo). El que se efectuará en Tenerife, España (agosto).
Su hija Estefanía y su esposa Verónica fueron las primeras en felicitarlo, es que no solo había cumplido con la marca y un poquito más (era de 175), sino que había batido el récord nacional (178) conseguido por él mismo.
Pero esta no es la única misión que se ha puesto en mente Rosado. El fin de semana en Ayangue, cerca del islote El Pelado, será el selectivo en otra prueba, jump blue (modalidad que consiste en dar la mayor cantidad de giros a un cuadrado de 15x15 metros situado a 10 m de profundidad en el mar).
La marca para clasificarse a Tenerife en esa especialidad es de 140 (dos vueltas), pero en el Mundial Alfredo espera hacer mucho más.
“No les voy a dar chance. Yo voy por las tres vueltas, porque el resto se ha de lanzar por las dos con tres puntas. El campeón mundial es un Español que hace como 172, yo apunto a marcar 200 metros para quedarme con el oro”, dijo seguro el apneísta (buzo a pulmón).
El máximo acumulador -distinción que se lleva el mejor apneísta del torneo- del Panamericano de Cuba 2010, indicó además que para conseguir las distancias requeridas con el fin de acudir a su sexto mundial, no solo se entrenó en agua sino también en tierra.
“Por la tarde y noche me dedico a correr unos 10 kilómetros y a hacer ciclismo de descenso en el cerro que queda frente a Puerto Azul; son unos 5 km de subida y lo mismo de bajada, para fortalecer las piernas”, soltó este buzo de 46 años.
Su entrenador, un apneísta retirado, Freddy Toledo, aseguró que Rosado es un talento e hizo un llamado a la empresa privada. “Hace poco un cortocircuito en la bodega de implementos quemó la mayoría de las monoaletas y Alfredo necesita una nueva, porque la que posee ahora tiene ya tres años”.
Si una monoaleta tiene mucho tiempo de ser usada, pierde flotabilidad y se vuelve más pesada, por eso Rosado requiere una de marca Water Way 310 D.
Al aletear, Rosado confesó que no piensa en nada. Pero existen otros que revelaron “irse al cielo” o “jugar con su mente, engañarla para que crea que aún tiene oxígeno”. Algunos cada vez que superan sus marcas sostienen que hacer más metraje es como “romper candaditos (barreras)”.
Transportarse a una competencia de apnea es ver a cada deportista como un mundo a parte. Unos se hiperventilan (efectúan ejercicios de respiración) aislados, con los ojos cerrados, acostados en el borde de la piscina o dentro de ella.
Otros manifestaron no requerir de mucha concentración y hablan hasta antes de sumergirse, tal es el caso de Gilda Rivadeneira, que marcó 140,5 metros en piscina, en la prueba de dinámica con equipo.
“Yo soy conversona, háblenme, háblenme”, suele decir la deportista que consiguió la mejor marca en damas. Sin embargo, no le alcanzó para llegar al tope que necesitaba (170) , ahora apunta todas sus armas a la prueba de mar en El Pelado.
“Acá lo que hay debo hacer es dos vueltas y tres puntas y media, es decir unos 135 metros para como mujer meterme a España. Yo creo que sí lo logro, porque se trata de una distancia que ya he hecho”.
A muchos, como Carlos Proaño, se los encuentra con las piernas estiradas apoyadas a la pared y con el torso sobre el piso; así se hiperventilan para lo que se viene: un duelo entre el hombre, su mente y su cuerpo bajo el agua. Él subrayó utilizar hasta lo último de sus reservas, es decir que cuando se le acaba el oxígeno de su estómago y pulmones toma el de la sangre para continuar.
Esta semana los apneístas alternan sus prácticas en la piscina Olímpica y la fosa de clavados de la alberca Cuatro Mosqueros, en La Pradera. “La pileta del sur es honda y ayuda a que el cuerpo se adapte a la profundidad, previamente a la prueba de jump blue a efectuarse en el mar”, recalcó Toledo.