Rea, el nuevo “hombre de acero”
El azuayo Miguel Rea demostró ser un “hombre de acero” al ganar la Ultramaratón 100K que organizó en Cuenca el grupo Acsam (Asociación de Consultores sanitarios y ambientales) y el Club a Correr, el domingo desde las 05:00.
Nada lo detuvo. A pesar de que durante el recorrido luchó contra obstáculos como el cambio de clima, su propia desesperación, el alto nivel de los contendores y, por supuesto, lo ajetreado de la prueba, Miguel no quebró su sueño: el de ganar la competencia y superar lo ocurrido en 2010, cuando se retiró de la prueba en el kilómetro 80.
A llegar a la meta, situada en el sector La Unión de Yunguilla al sur de Cuenca, el deportista de 38 años levantó las manos en señal de triunfo, mientras por los micrófonos, el maestro de ceremonia decía: “Llegó el hombre de acero”. Rea cumplió un tiempo total de 8 horas, 53 minutos y 26 centésimas.
El “hombre de acero” es el apodo que recibió el superhéroe de más de 70 años de existencia en la pantalla chica, el eterno Superman. El personaje ficticio que nació por la inspiración del escritor Jerry Siegel en 1932 se ha caracterizado a lo largo de sus películas y series por defender las justicia, combatir el mal y proteger siempre a su familia.
Miguel, con su actuación en los 100K, demostró tener el mismo corazón combativo del comic, pues tuvo que pelear contra muchas penurias antes de llegar a la meta y recibir el reconocimiento de campeón. “Estoy contento, porque es un esfuerzo enorme el que hice para llegar y al final terminé primero”, mencionó exhausto el atleta, luego de recibir masajes de relajación muscular.
Rea partió, al igual que los otros 50 participantes de distintas partes del país, a las 05:00 desde el cantón Biblián (noroeste de Cuenca), afrontando bajas temperaturas. Desde el inicio tomó la punta y marcó su ritmo, con lo cual, sacó una ventaja de al menos 500 metros en los 5 primeros kilómetros.
Conforme pasaron las tres primeras horas de recorrido, el ganador, a pesar del cansancio que empezaba a sentirse, mantenía la ventaja, pues el resto de participantes no soportaron el ritmo frenético que él impuso.
Cerca de las 10:00, ya en Cuenca, los corredores recién sintieron un clima fresco. Pasaron por la Av. Las Américas y las posiciones no habían variado, pues en el primer lugar Miguel continuó liderando el pelotón, con un valor agregado: el aliento de su esposa y tres hijos que lo acompañaron desde un vehículo.
“Prácticamente el segundo pilar fundamental es la familia, el primero es mi trabajo; uno intenta devolverle algo por el tiempo que ellos sacrifican diariamente para dejarme entrenar”, expresó el triunfador.
El ritmo que impuso sobre la superficie de las calles fue espectacular. En el km 72, cuando llegó hasta el punto 7 de abastecimiento, recién se detuvo por primera vez debido a molestias en sus músculos.
“Cuando pasé Cuenca las cosas se pusieron complicadas, porque empezaron las molestias musculares y comencé a desesperarme, pero gracias al aliento de mi familia y a las palabras de los que me acompañaban, me tranquilicé y pude continuar”, acotó.
La falta de experiencia en estas lides perjudicaron en algo a Rea, ya que el deportista se “relajó” en los últimos 15 kilómetros de competencia, debido a que un amigo le anunció que el segundo del pelotón estaba relegado a más de dos kilómetros y eso hizo que bajara la velocidad considerablemente.
En el último tramo -2.000 metros-, y con una temperatura alta, la situación se puso caótica para el campeón, pues Andrés Chacón, de Ibarra, recortó significativamente la diferencia y se acercó a menos de 900 metros a su ubicación.
“Mi hermano de sudor (Andrés) tiene mucha experiencia y por eso me apuró en los últimos metros, lamentablemente aquí no hay cómo confiarse hasta finalizar la carrera”, sostuvo el cuencano que entrena individualmente desde hace 1 año 6 meses.
La victoria no fue una casualidad para el azuayo de 38 años, ya que dedica dos horas diarias (de 04:00 a 06:00) a entrenarse. Rea contó que nunca se sintió sólo durante los 100 km, pues siempre percibe la compañía del Todopoderoso, a quien le dedica diez horas diarias de alabanza, además en su cuello siempre cuelga un rosario de la Virgen del Cisne. “Les pido que me libren de lesiones”.