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“Presión sobre un árbitro no debe alterar su trabajo”

“Presión sobre un árbitro no debe alterar su trabajo”
01 de agosto de 2011 - 00:00

Luce una figura esbelta. No le  faltan ni le sobran kilos. De mediana estatura, su rostro refleja jovialidad y gran paz interior. Mónica Abril Freire, esposa, madre, deportista y árbitro, se muestra feliz y motivada luego de haber recibido hace algunos meses atrás la licencia como árbitro mundial de karate, durante el desarrollo del Campeonato Mundial de Adultos en Serbia.

En forma paulatina ha escalado peldaños en el ámbito sudamericano, panamericano y continental hasta arribar a la élite mundialista, en un interesante recorrido por países de  América, África y Europa en donde ha impartido justicia en el tatami. Actualmente es la jefa de árbitros de la Federación Ecuatoriana de Karate y en tal condición representará al país en los Juegos Deportivos Panamericanos, de Guadalajara 2011 en octubre.

Su trayectoria deportiva no fue brillante, pero sí lo suficientemente sólida para despertar el interés de los entrenadores y dirigentes, aunque lamenta no haber tenido roce internacional por falta de presupuesto para la rama femenina, pues cuenta que en ésa época se ponía especial énfasis en la participación de los equipos masculinos.

Sin embargo, no niega que guarda gratos recuerdos de su actividad en la que destacan los campeonatos nacionales en kata y kumite, cuyas medallas doradas forman parte de una serie de distinciones alcanzadas.

Hoy como juez-árbitro, pone mucha actitud para desempeñar tan delicada labor que requiere absoluta concentración, conocimientos y aplicación de las reglas. “Hoy tengo una gran responsabilidad, porque cada vez que viajo para arbitrar, no lo hago a título personal sino representando a mi país”, aseveró.

¿Desde cuándo está en el karate?

Desde muy jovencita. Cuando había cumplido 14 años tuve una inclinación profunda por este deporte. Desde entonces no he dejado de practicar y el karate forma parte de mi vida, del aire que respiro y de la sangre que corre por mis venas. No  sé qué sería de mí sin hablar ni practicar, sin comentarlo, porque el karate es una disciplina que siento muy dentro de mí.

¿Su familia le dio todo el respaldo?

Claro, fueron mis padres quienes me inculcaron el significado del deporte. Marcelo, uno de mis hermanos con larga trayectoria en el plano nacional e internacional en kata y actual entrenador de Pichincha, fue un ejemplo de perseverancia y dedicación para mí. Eso me dio alas para inclinarme por esta actividad, en corto tiempo  fui seleccionada colegial y juvenil de Pichincha.

1-8-11-deportes-monica-abril¿Qué significa para usted tan importante logro como ser árbitro mundial?

Eso me da mucha satisfacción y orgullo, ser la única réferi ecuatoriana con licencia mundialista es muy importante;  fui la primera en dar mi examen de kata, con una temperatura de dos grados bajo cero (en Serbia), estuve sola sin ningún miembro del equipo (ecuatoriano) que todavía no llegaba, pero dejando a un lado los miedos, temores y otras necesidades, logré la aprobación del jurado.

¿Por qué se decidió a ser árbitro de karate?

La decisión la tomé luego de dejar a un lado el plano competitivo como deportista. Kata y kumite fueron mi inicio como árbitro en un torneo panamericano, siendo la primera dama ecuatoriana en alcanzar la licencia continental, hace diez años. Fue como respuesta a una motivación de un grupo de árbitros internacionales que miró en mí mucha madera para incursionar en tal campo.

¿Su ascenso fue rápido?

Primero registré una segunda licencia en kumite y la primera en kata. Tengo cuatro licencias, las últimas las conseguí el año anterior en kumite (combate) y hace algunos meses en Serbia, lo hice en kata (formas) y kumite; fueron logros muy importantes para mi país, para Sudamérica y América, porque así se asegura mi participación, no como persona sino como país, en los próximos Juegos Panamericanos en Guadalajara (México) y eso, para un árbitro, es sumamente importante.

¿La mujer ha cobrado mucha vigencia en deportes como las artes marciales?

La rama femenina tiene un creciente número de practicantes que compiten, y con gran suceso, en los eventos nacionales e internacionales. Tenemos una campeona panamericana (María Emilia Reyes) y con mucho orgullo representamos a las mujeres, creo que lo hacemos muy bien, ya es hora de que sepan que en un deporte considerado masculino, nosotras (mujeres) hacemos el papel tan bueno o mejor que muchos hombres. Con el respeto que merecen, pero es así.

No es nada fácil ser árbitro de un deporte que requiere total concentración y personalidad para discernir rápidamente las acciones y movimientos en marcos y ambientes muy disímiles...
La presión que nosotros los árbitros tenemos no puede amedrentarnos,  manipularnos ni alterar lo que tenemos que hacer allí adentro (tatami).

¿Ha vivido momentos difíciles como árbitro?

Recuerdo que en Brasil, durante las semifinales de los Juegos Panamericanos, entre el equipo local y el de Canadá en 2007, me correspondió arbitrar.  Yo estaba en el centro de  juez, la decisión la debía tomar faltando tres segundos, con mil brasileros encima, con todo ese equipo sobre mí, era una gran  presión  la que sentía, entonces con el cuerpo de árbitros que yo estaba dirigiendo decidimos (el triunfo) en favor de Canadá, porque eso era lo justo.

¿Hubo reacciones?

Las consecuencias no se hicieron esperar por las exaltadas reacciones de quienes estaban en el escenario, por eso debí salir protegida por los policías. Hubo tres pantallas gigantes de televisión repitiendo el mismo movimiento, gracias a Dios, lo que todos vieron fue lo que yo observé, que la decisión era la correcta y eso me hizo famosa en Brasil por haber hecho lo justo, en contra de todas las presiones de dirigentes, cuerpo médico, técnicos, deportistas y público en general.

¿El tema hogareño no la sustrae de su pasión por el karate?

Encuentro el tiempo para seguir empapándome de los reglamentos y todo lo que llega a mis manos respecto a este deporte, y en especial al arbitraje. Leo con mucha avidez, luego entreno un par de horas -tres días a la semana- y pongo en práctica esos conocimientos.

Mi esposo, el ex árbitro Octavio López, comparte mi afinidad por el karate. Por razones profesionales también viaja con cierta frecuencia dentro y fuera del país, pero él me apoya incondicionalmente; además, sabe que esto ne hace feliz en todo sentido como persona, mujer y madre. Mi hija María de los Ángeles es mi inseparable compañera en los desplazamientos por las distintas provincias del país.

¿No le envanece ser jefe  nacional de árbitros?

Este año me nombraron jefe nacional de árbitros. Le soy sincera, me siento orgullosa, no por el puesto, sino porque es la primera vez que una mujer karateca ocupa este cargo tan importante.

¿Fue difícil lograr las licencias?

Nada fácil, pero he realizado todos los cursos panamericanos y mundiales para obtener las licencias mencionadas.  En los cursos se evalúan el nivel teórico y práctico, de igual manera en kata como en kumite y he salido con la frente alta.

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