Parques, los gimnasios de las amas de casa
Hace seis meses a María Torres, de 48 años, le diagnosticaron colesterol alto. La vida sedentaria que llevaba era uno de los principales motivos que le acarreaban problemas de salud. Pero desde que una amiga la invitó a hacer aeróbicos todas las mañanas en el parque Forestal (sur de la ciudad), sus niveles de colesterol se han estabilizado y ahora considera que se ha hecho una “adicta” al ejercicio.
“Antes no tenía ganas de hacer nada, pasaba con mucha pereza en mi casa. Sentía constantes mareos debido a que tenía el colesterol elevado, pero desde que empecé con los ejercicios en el parque me siento mucho mejor, con más agilidad y con mejor salud”, comentó la ama de casa.
María, quien tiene un negocio particular, aseguró que los primeros días en las clases de aeróbicos fueron muy duros, debido a que nunca en su vida había hecho ejercicio, y eso le pasó factura. “Los primeros días terminaba ‘muerta’, al día siguiente no me quería ni levantar, pero con el pasar de las semanas mi cuerpo se fue adaptando y ahora no siento ninguna molestia”.
Asimismo, la ama de casa expresó que todas las personas que acuden a las clases de aeróbicos del parque Forestal, lo han hecho por mejorar su salud o simplemente por mantenerse en forma. “Acá no solo vienen personas de la tercera edad, también vienen chicas de 16 años en adelante que anhelan ponerse ‘figuritas’, ja, ja, ja”.
Diana Santos, de 25 años, es nueva en esto de los aeróbicos. Ella se integró al grupo de 25 señoras que se ejercitan todos los días en el parque.
Diana es estudiante de Administración de empresas de la Universidad Estatal. Aseguró que al principio le costaba mucho agarrar el ritmo de la profesora, pero luego de varias clases se ha convertido en toda una experta.
“Yo siempre he sido medio ‘tiesa’ para esto de las coreografías y cualquier tipo de baile, pero desde que llegué acá he ido mejorando poco a poco a tal punto de que cuando falta la ‘profe’ yo me pongo a dar las clases”, comentó Diana soltando una carcajada.
Por su parte, la instructora Patricia Gamboa aseguró que tiene aproximadamente 3 años dando clases de aeróbicos en el Forestal. Desde que llegó, inició las clases con cinco señoras; pero a medida que ha pasado el tiempo se han integrado alrededor de 25 personas más.
“Acá he tenido alumnas de todas las edades. Hemos conformado un grupo muy chévere al que cualquier persona se puede unir cuando quiera”, dijo la instructora, que acotó que la idea principal de estas clases gira en torno a mejorar la vida de la gente, dándole un poco de actividad física.
“Parece mentira que con hacer solo 30 minutos diarios de ejercicio un persona no solo mejore su salud, sino también su estado de ánimo”, comentó Patricia. En el norte de la ciudad, específicamente en el parque de la Kennedy, acuden diariamente alrededor de 100 personas de distintas edades a practicar desde aeróbicos hasta bailoterapia.
Desde muy temprano, a las 07:30, Rosa Espinoza llega a este parque. Ella asegura que diariamente acude a esa hora para iniciar su día con una rutina cardiovascular, que consiste en dar vueltas en la pista atlética del parque.
Luego de eso, Rosa, quien no quiso revelar su edad, comentó que termina su jornada con los aeróbicos que se imparten en el lugar. “Cuando recién llegué acá, no podía dar ni una vuelta al parque, pero ahora me doy como cinco, hago algunas abdominales y termino con los aeróbicos”, dijo la ama de casa.
Rosa, viaja todos los días desde la Puntilla (lugar donde reside) hasta la Kennedy. Expresó que en la urbanización donde vive existe un gimnasio, pero prefiere ejercitarse en el parque, debido a que acá se ha formado un grupo “súper divertido”. “En el lugar donde vivo no tengo mucha motivación y no hay quién me acompañe; pero acá (parque de la Kennedy) nos conocemos la mayoría y se ha formado un lindo grupo”.
Uno de los instructores de baile de este lugar, Miguel Quevedo, expresó que lleva más de cuatro años impartiendo clases en el parque y que la mayoría de entrenadores acude diariamente a dictarlas desinteresadamente.
“Me motiva mucho trabajar con las amas de casa, personas de la tercera edad, entre otras, debido a que muchas no acuden por verse bien físicamente, sino porque desean desestresarse y mejorar su estado de salud”, dijo.
Quevedo, quien también es instructor de aeróbicos en un gimnasio de la ciudad, comentó que en una rutina una persona puede bajar de entre 300 y 400 calorías. “Lo importante acá es que la persona se divierta bailando, saltando o haciendo lo que quiera. Acá todos somos amigos y los que deseen integrarse lo pueden hacer sin ningún problema”, expresó.