Kuankun, el más rápido de la IX Copa Galápagos
El cielo estrellado que cubre el océano Pacífico fue la principal guía que tuvieron los tripulantes de la vela peruana, Kuankun, que se adjudicaron ayer su tercera Cinta Azul, por el mérito de haber llegado primero -en tiempo real, mas no el corregido- en cada una de las tres últimas regatas de la IX edición de la Copa Galápagos.
El bote, que zarpó el viernes a las 18:55 de Isabela, arribó a las 03:33.26 del sábado a Puerto Baquerizo Moreno (isla San Cristóbal). Su fuerte, la velocidad, volvió a primar en el certamen que hasta la etapa pasada, era liderada por el Tivoli, de Juan Santos, en la general.
El capitán del Kuankun, Eduardo Wong, está satisfecho por el tiempo que se ha tomado su equipo de trabajo en llegar a cada punto de meta. Sin embargo, su aspiración no era solo llevarse cintas azules, su intención era levantar el trofeo de la Copa Galápagos.
De las 10 a 12 horas que estaban previsto arribar las velas a San Cristóbal, la nave peruana se hizo aproximadamente 8. Media hora después del Kuankun, llegó el Hawk, que es otra de las velas más rápidas del país del Rimac. Tercero apareció el Pisco Sour, de Ecuador, Negra (ECU) y las embarcaciones chilenas Trafalgart y Caprice.
Hasta el mediodía de ayer, los jueces analizaban el handicap de las velas para determinar las posiciones en que serán ubicadas.
Eduardo Vedani, presidente del comité de regatas, señaló que hoy (ayer), a las 19:00, será la premiación de la tercera regata, en las categorías 500 y 600 ORC, en el malecón del cantón San Cristóbal y que a esa hora todos conocerán (invitados y prensa) quién era el vencedor de la tercera etapa del certamen.
Y sobre el campeón de la Copa Galápagos, Vedani prefirió conservarlo en reserva y dijo: “en la noche lo sabrán, no coman ansías”.
Para determinar el handicap, los jueces se basan en el tamaño y peso de las embarcaciones; además se ve el año de fabricación, las cualidades o ventajas técnicas que tenga la nave en relación con las demás y un sin número de cosas que toman de tres a cuatro horas, después de que llegue su detino la última vela.