El misionero comboniano Enzo Balasso reside en Ecuador desde 1987. De origen italiano y ex jugador de fútbol de un equipo de la tercera división en su país, pero sobre todo un sacerdote que ha tenido como misión de vida rescatar y ayudar a los adolescentes y jóvenes con problemas de adicción y de bajos recursos económicos, es el protagonista de la historia de las “negritas” de Esmeraldas Chiquito. El padre cuenta su experiencia.

Sabemos que conoció a las deportistas en el catecismo. ¿Cómo las motivó a que practiquen sóftbol?

Empezamos una actividad particular con las chicas inaugurando las “Vacaciones Chéveres”, porque ellas me decían que estaban aburridas, que no hacían nada, que pasaban en la calle o durmiendo; entonces por eso inventamos durante los tres meses de vacaciones jornadas de trabajos.

Por la mañana aprendieron a preparar leche de soya, zapatillas, cuadros, reciclaje… en la tarde se dictaban charlas motivacionales en grupo y después empezaban las olimpiadas de deportes, con indor, fútbol, voley, básquet, e incluimos al béisbol con escoba y pelota de fútbol.

¿Cómo se puso en contacto con los de la Liga del Sur?

En Las Malvinas no había cancha y jugaban en la calle, entonces me dijeron que por allí cerca había un complejo. El presidente de la Liga del Sur nos colaboró y comenzamos un jueves. Llevamos un balón de voley y palos, al ver esto, un utilero nos llevó los implementos. Édgar Salazar me dijo: padre aquí hay material humano que se pueda sacar algo, tráigame las chicas dos o tres veces a la semana.

Han pasado casi dos años desde que comenzó esta actividad y ahora sus “negritas” son representantes de la selección nacional. ¿Qué le parece?

Los ánimos están por arriba, desde que empezaron y ganaron su primer torneo en la Kennedy, 10 a 0, en un provincial; luego en Portoviejo también vencieron 11-3 a la selección nacional, ya sabía que tenían talento.

A pesar de que no sigo en la parroquia mantengo el contacto y trato de visitarlas siempre. Cuando viajaron a Perú las recomendé con un padre mexicano que vive allá, les facilitó hospedaje y también compartieron experiencias con las chicas de allá, pero lo interesante de esto es que las chicas vienen de la nada. Por lo general, los adolescentes  son difíciles de controlar y muchos más si ellos vienen de este estrato social.

¿Cómo se logra llevarlos por el buen camino?

Hay que tener buen “feeling”, las chicas son disciplinadas, pero también trabajo con chicos, en algunas ocasiones ellos me acompañan y son motivadores porque exponen sus testimonios… Ahora el trabajo que me ha confiado el obispo es visitar todas las parroquias de la Arquidiócesis. Los chicos siempre me quieren acompañar y yo los aprovecho, según la tipología de gente que encuentro.

¿Todos no pueden ser controlados?

Oh, no no, la mejor jugadora (omitimos el nombre) salió embarazada. Este es un caso particular, la abuela (Clara) está criando nueve nietos de sus hijos que desde pequeños los dejaron abandonados... Ella está de pie por misericordia, no sé cómo hace para mantenerse. Nosotros le colaboramos.

¿La túnica  qué representa?

Durante una celebración en la iglesia de la comunidad de Las Malvinas, un chico al que se conoce como “Pistola” vino a ofrecer su arma, con la que había matado ya a sus 16 años. Mis chicos de San Lorenzo recrearon la escena y la plasmaron en esta túnica.