El patriarca de los botes de regata sueña con que su legado perdure
Es una tradición que se vive a pura adrenalina. La regata Guayaquil-Vinces es una fiesta deportiva que explota la capacidad de los temerarios pilotos que surcan 63,4 millas por los ríos Guayas, Babahoyo y Vinces. Y en el corazón de la competencia están los botes, esos bólidos que los espectadores ven maravillados.
Y si se va un poco más atrás están las manos cómplices de Francisco Lainez, uno de los pioneros en la construcción de estas naves.
“Es una persona que no lo hace por interés económico, lo hace como hobby, él (Lainez) lo hace con amor", explica Hodo García, uno de los fijos competidores de la regata Guayaquil-Vinces.
El deportista jura que si los botes no pasan por las manos de Lainez "no andamos tranquilos en la competencia”.
Don "Pancho" llegó a este deporte por los años 60 y perfeccionó su técnica una década después. Su formación como carpintero naval le facilitó adentrarse en la escultura de las naves.
Ahora es uno de los más buscados por los competidores e, incluso, ha elaborado botes que llegan hasta los 120 kilómetros por hora y que fueron vendidos en Estados Unidos.
Lainez tiene claros sus deseos.. Espera que sus hijas se queden a cargo de su taller y que, sobre todo, no se pierda el arte de "parir" botes. “Los corredores dicen que si un día ya no estoy como para seguir en esto, mis hijas podrán continuar”, comenta mientras ve a sus herederas en el taller.
¿La tradición de las regatas está desapareciendo? La respuesta agobia al constructor guayaquileño. Su pasión por este deporte no lo ciega y reconoce que va perdiendo interés e identifica un serio problema.
“Antes este deporte era bastante publicitado en los medios, los corredores actuales lo hacen por amor, pero se preguntan por qué no los toman en cuenta”, explicó, al tiempo de pedir que esta tradición deportiva no desaparezca en los medios deportivos. (I)